Construyendo a la mejor de la historia
Adriana Cerezo y Jesús Ramal, su entrenador, charlan con AS antes de los Mundiales
Nos ha pasado de todo”, dice Adriana Cerezo a sus 19 años. “No es una adolescente al uso”, ratifica su entrenador, Jesús Ramal. “Cumplí mis 18 en Arabia Saudí, yendo al supermercado en el maletero de un coche conducido por un niño de 14 años. De esas tenemos muchísimas”, desarrolla la plata olímpica.
Llevan trabajando juntos desde 2015, en el gimnasio Hankuk de San Sebastián de los Reyes. Cuando Adriana, con 11 años, llegó a las manos de Jesús, sólo quería entrenar. Paradójicamente, su hambre le generó cierto rechazo a competir. Quería ser la mejor, pero tenía miedo a perder. A partir del lunes (ella compite el miércoles en -49 kilos), estará en los Mundiales de Bakú (Azerbaiyán), cita que da 140 puntos para el ranking olímpico a los campeones. Ahora es segunda y van las cinco mejores.
Adriana y Jesús parecen hechos el uno para el otro.
Mientras hablan con AS, se completan constantemente. “Aunque a veces nos regañamos”, asegura Ramal. “Es lo suyo, al final, para mejorar y seguir creciendo, tiene que haber momentos así”, añade su pupila. Conjuntamente conforman “una bomba que a veces estalla”, pero siempre buscan “lo mejor para los dos”. Por ello, plantean los entrenamientos día a día, de forma holística, teniendo en cuenta tanto el contexto personal como deportivo. Es una de las bases del Hankuk, su gimnasio, que el año pasado acumuló 176 medallas entre todos sus deportistas. Adriana aportó diez (en categoría absoluta).
Fue su primer año completo tras la plata en Tokio. Ahora, es “mejor competidora”. “Ha dado un salto cualitativo y cuantitativo bastante interesante”, asegura Jesús. En 2023, Adriana ya se ha colgado tres oros (President’s Cup, US Open y Open de Wuxi) y dos platas (Open de Bélgica y Grand Slam de Wuxi).
El proyecto tiene nombre: “Que sea la mejor de la historia”, no duda en afirmar Jesús. Y Adriana no se esconde: “Es muy fácil decirlo, pero debes estar dispuesta a serlo. Yo creo que lo estoy”. “Si yo confío al 99%, el confía al 150%. Y alguien que confíe en ti incluso más que tú es alguien de quien no te quieres separar”, remata.