AS (Baleares)

La felicidad como bandera

Ruth Beitia conquistó el oro en salto de altura a los 37 años

- SANTIAGO SEGUROLA

Diez deportista­s españoles que se colgaron el oro en Río de Janeiro serán premiados el próximo 19 de diciembre en la 10ª edición de los Premios AS. En

estas páginas repasamos sus gestas. Hoy es el turno para Ruth Beitia.

Cómo explicas estos años?”, le preguntó Ramón Cid a Ruth Beitia en las vísperas de la final de salto de altura en Río. “Es muy fácil, soy absolutame­nte feliz en la competició­n”, respondió Ruth. Es cierto, es feliz en la pista, en las grandes competicio­nes, y no es una felicidad de boquilla. Terminaron los días donde competir era sufrir, donde no disfrutaba del deporte que amaba. Algo cambió en Ruth Beitia cuando se aproximaba a la frontera más temida por los atletas: la edad de la retirada. Se retiró, de hecho. Lo anunció públicamen­te, pero pronto volvió a entrenarse bajo la supervisió­n de Ramón Torralbo, el técnico que la ha dirigido desde que Beitia tenía ocho años.

Volvió como nunca, acumulando títulos y medallas. También regresó el sueño olímpico. En las dos ediciones anteriores, Pekín 2008 y Londres 2012, Ruth Beitia había rozado el podio en una prueba salpicada por varios casos de dopaje. Ninguno más sonado que el de la rusa Anna Chicherova, bronce en Pekín y campeona olímpica en Londres. Ruth Beitia alcanzó la final en las dos ocasiones y estuvo muy cerca de la medalla de bronce en 2012. Faltaban cuatro años para los Juegos de Río y pocos sospechaba­n que sería el periodo más feliz de su trayectori­a.

Atrás quedaban los años de su progresión junto a Marta Mendía, la saltadora que tanto la ayudó a mejorar las marcas y a conocer los secretos de la competició­n. Luego llegó su ingreso en la elite mundial y las insatisfac­ciones olímpicas. No le abandonó su carácter extremadam­ente minucioso, ni la voluntad de mejorar en todos los aspectos. Lejos de erosionar sus cualidades, la edad añadió el grado de conocimien­to necesario de sus principale­s cualidades y la capacidad para desactivar los defectos.

Entre los 33 y los 37 años, Ruth Beitia ha vivido un periodo de éxitos y felicidad. Ha disfrutado como nunca en una prueba donde prevalece la amistad entre las atletas. Es el escenario ideal para la atleta cántabra, respetada y querida por su compañeris­mo.

Durante cuatro años, ajustó las cuestiones técnicas junto a Ramón Torralbo y trabajó con una psicóloga en la aproximaci­ón mental a las competicio­nes, pero sobre todo se sintió liberada. Quería disfrutar de la prueba. Lo consiguió año tras año, competició­n tras competició­n, hasta llegar a Río de Janeiro, donde Ruth Beitia logró una doble victoria: ganó el oro y derrotó al tópico de la edad.

Filosofía Su secreto para triunfar en estos años: “Soy totalmente feliz en la competició­n” Doblete La cántabra ganó el oro olímpico y también derrotó al tópico de la edad

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