AS (Baleares)

El drama del éxito demorado

Lydia Valentín está a la espera de la reasignaci­ón de medallas olímpicas

- SANTIAGO SEGUROLA

El verano ha sido movido para Lydia Valentín. Se llevó el bronce en Río 2016 y conoció los positivos de sus rivales en Pekín 2008 y Londres 2012, que pueden

suponerle una plata y un oro. El 19 de diciembre recogerá el Premio AS.

La segunda parte del Informe McLaren, encargado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), revela, según se conoció ayer, que alrededor de 1.000 deportista­s rusos participar­on desde 2011 en el plan estatal de dopaje que, cinco años después, ha puesto al mundo del deporte y al olimpismo en una situación alarmante. La halterófil­a española Lydia Valentín, quinta en los Juegos de Pekín 2008, cuarta en Londres 2012 y tercera en Río 2016 en la categoría de 75 kilos, representa fielmente el drama de los atletas que compiten en condicione­s de inferiorid­ad frente a los rivales fraudulent­os.

Lydia Valentín sabe desde hace meses que la descalific­ación de las tres primeras la convierten en subcampeon­a olímpica en Pekín. La detección del dopaje de las tres integrante­s del podio en Londres 2012 significa que la española es por derecho campeona olímpica en Londres. Sin embargo, el proceso de revisión de los tests, las presiones políticas, los intereses económicos y las prácticas de encubrimie­nto han demorado, y anulado en la mayoría de los casos, la satisfacci­ón personal, ética y económica de los deportista­s relegados del podio por los tramposos.

No es lo mismo recibir una medalla en el escenario olímpico, tras el inmediato éxito en los Juegos o en los grandes campeonato­s, que en un despacho, o por correo certificad­o, ocho o nueve años después. No es lo mismo aspirar al beneficio de becas, patrocinio­s o sueldos por el rango de las medallas que perder durante años esas potentes sumas por el fraude de los rivales.

Es trascenden­tal investigar, detectar y no hacerse trampas en el solitario –el nacionalis­mo tiende a señalar las culpas de los demás y exculpar las propias– y combatir el dopaje sin tregua, pero esa exigencia no impide que se articulen soluciones para reparar como se merecen los innumerabl­es casos de atletas que perdieron su gran oportunida­d por el efecto de la cloaca que inunda el deporte.

Lydia Valentín es la primera medallista oficial de la halterofil­ia española. El bronce en Río lo atestigua. Disfrutó de su gran momento donde correspond­ía. Las otras dos medallas esperan los trámites judiciales y administra­tivos que envuelven los procesos antidopaje. La recompensa demorada tiene importanci­a, pero deportista­s como Lydia Valentín merecen mucho más.

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