Del Zizou que ‘nació’ en Milán al Cholo que ‘murió’ en Milán
El duelo que aún dura.
“Milán fue una muerte para mí y necesitaba un duelo” fue
la frase que utilizó el Cholo
Simeone para explicar aquella dura derrota y la fatídica rueda de prensa, tras volver a
caer en la final de la Champions. Algo se rompió entre el técnico y el club, aunque luego lo edulcorasen con
aquella foto en Argentina entre Miguel Ángel Gil, Andrea
Berta y el entrenador. De esa reunión, salió la renovación más surrealista de la historia, con menos años, más dinero y exigencia en fichajes. Conste que todo lo que se le pague al Cholo, el técnico que más cobra de la Liga de lejos, se lo ha ganado.
Se trasladaron los
titubeos. Esa duda sobre su continuidad sorprendió a los futbolistas que renunciaron a otras Ligas, nuevos clubes y a muchos millones por seguir en la causa del Cholo. Me refiero a los Godín, Koke, Saúl o Griezmann. Luego, se buscó mutar el estilo, con Tiago o sin él, y se empezaron a dejar puntos. Los balones divididos que antes se ganaban, ahora se pierden y, encima, Oblak tiene que pasar por el quirófano. El Atlético se encuentra en un punto de inflexión en su historia, con nuevo estadio, nuevo escudo y la necesidad, imperiosa, de jugar la Champions la próxima temporada. El Cholo lo sabe y sólo hay dos caminos: quedar entre los cuatro primeros o ganar esa fatídica Champions…
El penalti del Balón de
Oro. Aquel último penalti de
Cristiano en Milán ha sido un buen trozo del cuarto premio al mejor jugador del año. Es una bendición tener al portugués y a Messi en nuestro fútbol, paladear de cerca su rivalidad, ahora tornada en respeto y compañerismo. El fútbol, que nunca debió dejar de ser también un ejercicio de ilusión, nos permite imaginar lo que hubiese sido el Barça sin Messi, el Madrid sin CR o un equipo con los dos en sus filas.
El espejo de Zidane. El Madrid debutará mañana en
el Mundial de Clubes. Aquel penalti pudo colocar a Zizou en la calle o en el sueño japonés. Por el camino, ya suma 35 envites sin caerse y contempla milagros, con formas de brazalete, más allá del minuto 90. Para el proyecto planetario, la Champions, el Balón
de Oro y el Mundialito, de una sola tacada, es un triplete. Zidane, que sólo levantó los pies de la tierra, al menos uno, para marcar el mejor gol de la Copa de
Europa, mira atrás y recuerda a Ancelotti después del Mundialito o mira a un lado y ve a Simeone. Nacer es empezar a morir. Mientras tanto, le pone una sonrisa a la travesía que llega desde Milán hasta
Japón.