El Sevilla es un vendaval
Cuatro goles en diez minutos reventaron al Málaga
Un vendaval de fútbol del Sevilla de Sampaoli, que dejó diez de los minutos más bellos que se han visto en este campeonato, reventó al Málaga de Juande, un disparate en defensa que le hizo pasar un rato vergonzante a su gente, que siente este partido como ninguno. A las órdenes de Nasri, significado ya como uno de los jugadores de LaLiga, y de Vitolo, Zipi y Zape que entran como cuchillo en mantequilla en las defensas rivales; y sostenidos por un Nzonzi descomunal, el Sevilla ha interiorizado y empieza a sentir la partitura de Sampaoli, el entrenador argentino que, recibido entre suspicacias por los guardianes del viejo fútbol, empieza a poner un interesante sello que ya cala en una afición severa hasta el extremo.
Todo estaba tan en calma y tan intrascendente que era imposible esperarse una descarga de fútbol como la que protagonizó el Sevilla entre los minutos 25 y 35. Vietto corrió y corrió y esperó un balón que Nzonzi filtró aprovechando la falta de coordinación de Llorente y Villanueva. El argentino definió con precisión ante Boyko y de propina marcó otro. Por entonces, Vitolo y Nasri ya habían soltado amarras. El canario hizo una jugada espectacular en el 2-0 y marcó el cuarto. Nasri se inventó dos pases espectaculares. El Málaga llegó al descanso devastado, con una sensación de humillación sonrojante y la idea de que podía recibir un daño mucho mayor. Todo le salió mal. El plan defensivo de Juande se había ido muy pronto al infierno. Boyko se enredó en el 2-0, Torres estuvo inusualmente fallón y el resto de la defensa, Ricca, Llorente y Villanueva, no pareció de Primera.
Pese al 4-0, terribles rarezas del fútbol, el partido amagó con dar un giro copernicano cuando Clos Gómez castigó una entrada impulsiva de Rami (se llevó por delante y lesionó a Juankar) y su protesta posterior con dos amarillas. Sandro metió el 4-1 y el Sevilla se vio sin defensas: Mercado y Pareja estaban lesionados y Rami, expulsado. Ontiveros y Recio pusieron el “coraje y corazón” que pide el himno del Málaga. El Sevilla estaba disminuido y con un chico del filial, Diego González, de jefe en defensa. Pudo pensarse que había espacio para el suspense. Pero el Sevilla temporizó con experiencia y el Málaga seguía en shock como para acometer una empresa tan gigante. Todos esperaron el final del partido y del año. Amargo para el Málaga. Dulcísimo para el Sevilla.