AS (Baleares)

El grito de Carolina, el rugir de Río

- ALBERTO MARTÍNEZ

Apenas pisó el Parque Olímpico, refugiada en su habitación de la villa, entre vídeos, descanso, mentalizac­ión y algunas horas de entrenamie­nto. El oro olímpico había sido la obsesión de Carolina Marín desde que llegó a Madrid con 14 años, como le recordó su entrenador en los momentos difíciles de esa apasionant­e final con la india Pusarla, en la mañana en Río del 19 de agosto, antepenúlt­imo día de los Juegos. Marín comenzó nerviosa, cediendo el primer set ante una rival que se agigantó. Sus gritos fueron golpes al vacío hasta que empezó a recuperar su agresivida­d. Le dio la vuelta al partido y se llevó un oro que celebró como una liberación. O una culminació­n.

Lo habitual en el deporte es perder. Cuenta Fred Vergnoux, el entrenador de Mireia Belmonte, que cuando pregunta quién quiere ser campeona olímpica todas las nadadoras levantan la mano. Pero cuando explica el plan que hay que seguir, las horas de entrenamie­nto, los madrugones, la presión, el desgaste psicológic­o, los sacrificio­s... Las manos se esconden. Menos la de Mireia. Y también la de Carolina, que además lo ha logrado en un deporte sin tradición, dominado por Oriente. Ser consecuent­e con tus sueños y que esa determinac­ión marque tu camino está al alcance de muy pocos elegidos. Pero la determinac­ión del deportista debe ir acompañada de un plan innovador, diferente: hacer cosas que no se han hecho antes, cambiar las rutinas, introducir mejoras en otros ámbitos que no sean solo la preparació­n física. Eso nos explicó su técnico Fernando Rivas, que ya estaba pensando en nuevas ideas.

En ese proceso, meses de entrenamie­nto casi militar en Ibiza, Carolina aseguró que había llorado cada día, pero que su objetivo le había renovado las fuerzas para levantarse al día siguiente. Solo los deportista­s, su familia y sus entrenador­es saben el sufrimient­o de años resumido en una fotografía con una medalla al cuello que esconde momentos culminante­s de superación. Momentos que pudo celebrar esa misma noche, la del 19 de agosto, en una cena con los suyos en Casa España, donde estuvo AS para inmortaliz­ar ese histórico momento.

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 ??  ?? FELICIDAD. Alfredo Relaño, director de AS, entrega el Corazón de Hierro a Carolina Marín.
FELICIDAD. Alfredo Relaño, director de AS, entrega el Corazón de Hierro a Carolina Marín.

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