AS (Baleares)

El Bierzo quiere más para Lydia

- ÁLVARO CARRERA

Lydia Valentín rompió a gritar tras asegurarse el bronce en los Juegos de Río 2016, un rugido que se oyó hasta en su Camponaray­a natal. Sus paisanos no nos quedamos atrás, la alegría corría por el Bierzo entero, el metal no sólo era una recompensa a su esfuerzo para la cita olímpica, era un reconocimi­ento a una vida dedicada a la halterofil­ia. A los 11 años Lydia tomó una decisión que marcaría su vida. Destacaba en todos los deportes, pero tiró de personalid­ad y no se dejó influir por las mayorías, quería levantar pesas. Un pequeño gimnasio en Camponaray­a, bajo la atenta mirada del que fue su mentor, Isaac Álvarez, y mucha ilusión fueron las armas que forjaron a la que es, hoy por hoy, la deportista española femenina más laureada de la historia en Juegos Olímpicos, aunque dos de sus medallas todavía no las ha recibido. Llegarán.

En poco tiempo la pequeña Lydia comenzó a destacar y fue ella misma la que dijo a su madre que pronto tendría que alejarse de la casa familiar. Para sus padres no fue fácil, para ella tampoco, pero con tan sólo 15 años Lydia aterrizó en el centro de alto rendimient­o con un único sueño entre ceja y ceja: hacer historia. La situación no fue fácil, tuvo que madurar de repente, con un duro trabajo que cada día iba a más, pero todas las esperanzas que se habían puesto en esa joven berciana se fueron cumpliendo. Primero llegaron los éxitos en los nacionales, luego en los europeos, posteriorm­ente en los mundiales y ahora, al fin, en unos Juegos Olímpicos.

Lydia encanta no sólo por su tesón y constancia, también por su sencillez. No cree que haga algo especial, sólo es una chica más. Muestra con orgullo su tierra, la que siempre le ha apoyado y homenajead­o. Lydia Valentín pone el nombre a un Centro de Alto Rendimient­o en Camponaray­a, dónde los jóvenes que han crecido viendo a Lydia levantar pesas y medallas buscan imitarla, pero sus paisanos aun queremos más. El 2016 ha sido el del reconocimi­ento de Lydia, sus tres medallas olímpicas han otorgado muchos homenajes a la campeona, pero todavía le queda uno, ser galardonad­a con el premio Princesa de Asturias.

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