AS (Baleares)

Un brasileño en Donostia

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Willian José. ¿Se acuerdan de Meho Kodro, Nihat o Darko Kovacevic? Delanteraz­os que dieron brillo a la Real Sociedad. Willian José ha superado los números de los tres en la temporada de debut. Diez goles en cuatro meses de competició­n. Llegó casi de rebote a San Sebastián, entrenaba por su cuenta después de no renovar por la Unión Deportiva Las Palmas, con el cartel colgado de demasiado irregular, de demostrar calidad con cuentagota­s como ya hiciera en el Castilla o Real Zaragoza. La Real ha dado con la tecla del ‘9’ después de una racha de fichajes como Finnbogaso­n, Seferovic o Jonathas. Willian José es muy completo. Es un delantero de físico espectacul­ar, no llega a Bakero en el juego de espaldas, no la pica como Txiki Begiristai­n y tampoco es Satrústegu­i de cabeza, pero todo lo hace bien. Goles de mérito consideran­do que Imanol Agirretxe sigue lesionado más de un año después.

Peor, imposible. El Osasuna-Valencia del lunes en Pamplona es un claro ejemplo de surrealism­o y de las cosas mal hechas. Para empezar se sientan en el banquillo un director deportivo y un hombre que siempre prefirió ser delegado y hombre de club antes que cabeza de cartel. Vasiljevic echó de manera prematura a Enrique Martín Monreal, hombre que ascendió a Osasuna a Primera, fichó a Caparrós para prescindir de él ocho jornadas después y por teléfono. Su nuevo cargo parece responder más a un castigo impuesto por el club que a una solución real. Lo del Valencia se lo saben de memoria. García Pitarch es más listo que Vasiljevic, sigue agarrado a su cargo de director deportivo. El marrón se lo come Voro, porque es una de las responsabi­lidades más grandes de la historia del club. Le dijeron que hasta junio, pero si el lunes pierde en Pamplona no descarten nada. El clima es insoportab­le. La diferencia es que Osasuna sabía de salida que la permanenci­a era complicada, en Valencia aún están en shock.

Héroe sobre ruedas. Isidre Esteve lo ha vuelto a hacer, no conoce límites, ni antes ni después del accidente que le cambió la vida en 2007. Quedó en silla de ruedas, cambió la moto por el coche para volver en 2009 al Dakar, estuvo un año y medio viviendo boca abajo para sanar las úlceras que se generaron en su espalda. Isidre ha vuelto, siete años después, lo hace gracias a un ‘cojín inteligent­e’, un avance que abre luz para personas con dolencias similares. Un trabajo de cinco años. Ya ha ganado el Dakar, por él y por todos los que en Isidre vemos a un coloso mental y físico.

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