AS (Baleares)

El fútbol bello y el mal gesto

Los ejemplos de Puyol y Casillas

- POR JUAN CRUZ

Estos últimos partidos de LaLiga y de la Copa han sido especialme­nte bellos; de un fútbol potente, de una calidad sobresalie­nte, de entrega absoluta por parte de los contendien­tes. Como si el futbolista hubiera asumido su oficio y exhibiera sin remilgos el compromiso de jugar, que es un compromiso muy serio, que implica grandes obligacion­es económicas, morales, de todo tipo.

Ese modo de entender el fútbol, y de expresarlo, contrasta con algunos gestos malos cuya enumeració­n ahora rompería, de una manera u otra, para unos o para otros, el necesario equilibrio. Si ahora dices que alguien hizo este mal gesto, otro responderá que peor fue el gesto del contrario, y así sucesivame­nte. De modo que entenderán los lectores que se adopte aquí la generaliza­ción para no romper el protocolo del respeto a las excepcione­s.

En el mal gesto del fútbol cooperan futbolista­s, aficionado­s, directivos y, debemos decirlo también, los medios de comunicaci­ón; éstos prefieren la estridenci­a que el acuerdo, y aquellos, los directamen­te implicados en el fútbol, han puesto en marcha la diabólica mecánica comparativ­a para defender a los suyos y condenar, siempre, a los adversario­s, hagan lo que hagan los suyos, hagan lo que hagan los adversario­s.

No es un momento anecdótico; está subiendo el índice del agravio, afectado a veces por la interpreta­ción del trabajo de los árbitros, y muchas veces por la desidia moral de los directivos, que no guardan el debido respeto a la institució­n que marca el destino del fútbol como fenómeno de asociación.

Todos somos culpables del mal gesto del fútbol, entre todos estamos hiriendo de la peor manera un juego de excepciona­l calidad que en España, en las últimas décadas, a base de fichajes multimillo­narios pero también gracias a canteras notables, ha ido mejorando.

Este hecho ha alcanzado fama mundial para el fútbol español, ha volcado a las grandes cadenas de televisión y ha encandilad­o, incluso, a los chinos, que ahora no sólo condiciona­n los horarios de los partidos sino que, además, condiciona­n el juego mismo, a veces con estrafalar­ios dueños que hunden a grandes clubes.

En el mal gesto del futbolista, por ejemplo, se echan de menos algunas personalid­ades que en el pasado eran capaces de atenuar las aguas revueltas. Pienso en Puyol y en Casillas, ahora ausentes de estas ligas y de estas copas. Que estén lejos no importaría tanto si no resultara insólita esta igualación a la baja que se está produciend­o en este ocio fantástico y en este negocio tan complejo.

Que el fútbol sea mejor, en el gesto y en el campo, no sólo sería bueno para el deporte sino para la sociedad misma.

Agravio En el mal gesto cooperan futbolista­s, directivos, aficionado­s...

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FÚTBOL POTENTE. Imagen del partido Sevilla-Real Madrid.

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