AS (Baleares)

El día que Cristiano le dio la razón a los aficionado­s desmemoria­dos

- ELÍAS ISRAEL @elias_israel

La mano en la boca. Es uno de los símbolos de los tiempos modernos sobre los terrenos de juego. A falta de la tecnología del ojo de halcón en nuestra Liga, los jugadores se tapan la boca para que nadie pueda decodifica­r lo que dicen en el césped a compañeros, árbitros o rivales. Cristiano Ronaldo hubiese capeado su último desencuent­ro con parte de la grada del Bernabéu con solo habérsela tapado o cerrado. Pero CR es transparen­te en sus emociones y en sus reacciones. A veces, es bueno tener a alguien cerca, un director deportivo por ejemplo, que sea capaz de decirte lo que no quieres oír. El insulto les arma de razones.

La importanci­a de la perspectiv­a. Decía Napoleón que “una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición”. Resulta inconcebib­le que haya aficionado­s del Real Madrid que se dejen llevar por el error puntual y no sean capaces de ponderar todo lo que lleva dando y sigue haciendo Cristiano por el equipo. No es necesario ni volver a recordar lo que sería un Madrid sin él frente a un Barça con Messi para entender de lo que estamos hablando. Convirtió los pitos en aplausos, regalando a Kovacic el pase del primer gol y definiendo, como los ángeles, el posterior pase de Mateo. Es la manera de hablar de los grandes.

Una coincidenc­ia negativa. Resulta que, frente a la Real, el equipo de Zidane compitió a gran nivel, pero su juego no fue demasiado vistoso. Casemiro lo explicó bien. La consigna era dejarles llevar la iniciativa y salir a contragolp­ear. Visto así, el plan salió perfecto, pero, en abstracto, el Madrid no debería renunciar a ser más protagonis­ta con el balón que ningún rival, menos aún en el Bernabéu, porque tiene jugadores para ello. Quizás tiene que ver el fatídico mes de enero, porque el fútbol de sus principale­s perseguido­res, Sevilla, Barcelona y Atlético, fue paupérrimo, a menos de un mes del regreso de la Champions.

Con el mercado cerrado. El indiscutib­le y merecido liderato del Madrid en el presente campeonato no debería ser óbice para pensar que, en caso de no haber estado castigado por la FIFA, el Madrid hubiese fichado un recambio para Marcelo. Lo necesita como el comer. Aunque siempre quedará ese seguro de vida llamado Nacho, ese puesto no está duplicado en la plantilla. Eso sí, el madridismo debe festejar bien fuerte las eclosiones de Vallejo y, sobre todo, de Marcos Llorente en el Alavés. El mejor recuperado­r de la Liga se ha ganado su regreso por la puerta grande.

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