AS (Baleares)

“Canto máis me critican...”

Abel Caballero, el alcalde de Vigo, no ha rehuido las polémicas durante su carrera política Con el Madrid sus palabras se volvieron muy duras

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Grada Río Las piezas

de la cubierta se convirtier­on en cuchillas

afiladas

Polémico “2017 será un buen año, el Celta en Champions

y el Coruña no”

Abel Caballero se ha enzarzado en una polémica con el Real Madrid por la suspensión del partido en Balaídos. Pese a sus modos hoscos, el tono neocolonia­l y faltón utilizado por algunos medios han provocado que gran parte de Galicia, incluyendo Pontevedra y A Coruña, se hayan puesto de su lado.

EI“Canto máis me critican, máis presidente me fan’ repetía Abel Caballero en el viejo Cine Victoria de

Pontevedra mientras se señalaba los hombros con los pulgares como ahora hacen los jugadores de fútbol. Era el cierre electoral de las autonómica­s de 1997, y la prensa había puesto en duda sus dotes oratorias y el diseño de su campaña. Fraga, Beiras y él competían por la presidenci­a de la

Xunta. Fue su primera y última intentona. Quedó tercero. Fraga era imbatible y con Beiras el BNG protagoniz­ó el sorpasso sobre el PSOE.

Parecía el fin de su carrera política.

Abel Caballero, economista acabado de forjar en

Cambridge, era una de las promesas del socialismo gallego, huérfano de líderes cuando

Felipe González lo llamó para hacerse cargo del ministerio de transporte­s en la remodelaci­ón de su primer gabinete. Apenas se tenían datos personales de él. Eran los años en los que con el Deportivo en Segunda y el

Celta instalado en el ascensor de la Liga, Galicia vivía en el desarraigo futbolísti­co, con el

Madrid como dominador absoluto de sus afectos. Fernández Trigo presumía de que cuando iban a jugar el Teresa Herrera tenían más seguidores en Riazor que el propio Depor. En alguna publicació­n se comentó entonces que el nuevo ministro tenía querencia por el Barça, algo que nadie ha demostrado ni él ha confirmado. “Tendré que hablar con Felipe”, dijo medio en broma y con bastante suficienci­a Ramón Mendoza,

que iniciaba su reinado triunfal. Galicia como metáfora de un feudo.

Tras su traspiés en las autonómica­s su nombre cayó en un semiolvido, del que lo rescató Emilio Pérez Touriño, que sí conseguirí­a alcanzar la presidenci­a de la Xunta. Desde la plataforma del Puerto de Vigo saltó al Ayuntamien­to. Con el apoyo del BNG y casi en foto finish arrebató al PP la alcaldía tras un debate en TVE que tuve la fortuna de moderar. ‘Soy alcalde gracias a ti’, me dijo en alguna ocasión cuando nos hemos cruzado por la calle.

Y en la alcaldía su olfato ya no le falló. Supo interpreta­r lo que querían sus paisanos, un perfil muy de tono localista y autoritari­o, al modo de

Francisco Vázquez en A Coruña. Se enfrentó a la Xunta de Feijóo

al posicionar­se contra la fusión de las Caixas y del modelo sanitario. El tiempo y la ciudadanía le dieron la razón. 200.000 personas, casi el 75 por ciento de la ciudad, salieron a la calle en manifestac­ión con él al frente para defender el hospital público. En las siguientes elecciones arrasó y arrebató por primera vez al PP la Diputación de Pontevedra, donde

Rajoy empezó en política.

Pero con el tiempo, su gesto, sus modos y sus declaracio­nes se fueron convirtien­do en hoscos y muchas veces inaceptabl­es, casi en modo forofo ‘on fire’, como cuando hace unas semanas le pidieron un pronóstico para el 2017. ‘Será un buen año, el Celta en Champions y el Coruña no’, dijo sin asomo de rubor. Una faltada sin sentido hasta en la denominaci­ón del equipo deportivis­ta. Es como si el alcalde de San Sebastián dijese lo mismo del ‘Bilbao’ y sin citar al Athletic.

Hace poco inició otra guerra, el asunto de la capitalida­d, y eso sí que es traspasar todas las líneas rojas, que es la única vitola que nos queda a los de Pontevedra tras haber perdido el calado de la Ría en el XIX. Incluso manifestó despectiva­mente que el Pontevedra no merecía el nuevo estadio de Pasarón porque nadie iba a verlo. Colgué un tuit desde las propias gradas cuando me enteré: “Abel. Nos vemos en el

Puente de Rande: elige armas y padrino”. Aún me sigue saludando por la calle. Cree que iba en broma.

Pero esas sobradas inaceptabl­es e innecesari­as que le hacen tan antipático fuera de Vigo se han borrado como se borra un tuit por la torpeza del

Real Madrid. Las piezas de la cubierta de la Grada de Río eran como cuchillas afiladas de varios metros que volaban sin dirección con el viento. Ni siquiera hacía falta que alcanzasen una yugular o una femoral. Por eso la decisión de suspender el partido propuesta por los técnicos municipale­s y ratificada por el alcalde era la única posible en medio de un temporal. Las presiones sufridas desde el palco del

Bernabéu sonaban a imposición intolerabl­e, a otro acto de feudalismo sobre los vasallos del noroeste.

Esa visión de tono neocolonia­l y los modos faltones utilizados por ciertos medios han hecho que ya no sólo Vigo, sino gran parte de Galicia, incluyendo también a Pontevedra y A Coruña, se hayan puesto del lado de Caballero, que frotándose las manos debe estar recordando su frase del cine Victoria: ‘Canto máis me critican, máis alcalde me fan’.

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DURA POLÉMICA. El alcalde Caballero, en un acto reciente.

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