AS (Baleares)

Bale ya está aquí

Marcó a los 12 minutos de entrar También anotó Morata Lucas e Isco fueron el alma del Madrid Penalti no pitado a Cristiano Inofensivo Espanyol

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO FELIPE SEVILLANO, JAVIER GANDUL, J. A. ORIHUELA Y JESÚS RUBIO

Marcó Morata, volvió y marcó Bale y el Madrid presumió de fondo de armario en un partido que siempre tuvo en la palma de la mano. Zidane cuida a la plantilla como un jarrón de porcelana ante la que se avecina. Cristiano se quedó en blanco, pero su cooperació­n y su velocidad van a más. Y el Espanyol asistió sin rechistar.

Aparcada la Champions, el Madrid aplicó sus descuentos habituales, en intensidad y en titulares. Así, con un ojo en el Espanyol y otro en su capacidad de carga para echarse a los lomos nueve partidos en 30 días, el equipo de Zidane despachó al de Quique sin prisas, paladeando su dominio, sumando futbolista­s a la causa, promociona­ndo a quienes habitualme­nte viajan en el pelotón.

Empezando por Morata, cuyo empeño por triunfar ha merecido mejor trato. De un cabezazo desatado, en envío preciso de Isco, desmanteló al Espanyol. Sacó mejor nota en insistenci­a que en pericia. También Isco ha recuperado el tacto y la jerarquía: dos asistencia­s y partidazo. Lucas Vázquez volvió a estar irreprocha­ble, esta vez sacándole brillo a esa condición de extremo clásico, al que la vida siempre le lleva hasta la línea de fondo. También se gustó Cristiano en su nuevo papel de productor. Para la videoteca dejó una elástica con caño a la que le faltó el final feliz y una asistencia inconclusa a Morata. Le quitaron un penalti clamoroso en el descuento. No está en máximos pero cada domingo juega mejor que el anterior. Nacho, relevo de Marcelo, sigue sin bajar del notable, aunque se fue tocado. Sin que sonaran fanfarrias, el Madrid le dio un recorrido clásico al partido. Esta vez sin tocar el chasis, con el 4-3-3 de reglamento, fue socavando la resistenci­a del Espanyol, primero desde el dominio y luego desde el peligro. Sin Casemiro y con Kroos como canciller, durante la primera media hora se consoló con encadenar córners, que sirven de consuelo pero revelan que no cuaja el último pase. El Espanyol sólo quiso ser escudo. Reyes, Jurado, Piatti y Gerard salieron para otra cosa, pero acabaron como escoltas. Casilla fue pantalla simbólica salvo en un tiro de Hernán Pérez.

Luego el Madrid adelantó la frontera de su presión, apretó por las bandas (esta vez con poco auxilio de los laterales) y se puso en ventaja sin perder nunca los planos del encuentro.

La segunda mitad fue también monocromát­ica, con el Espanyol manteniend­o la boca cerrada, sometido y sin pretension­es de cambiar su suerte. Con todo, y como el Madrid no acertaba con la puntilla, Zidane reclamó a Casemiro como cortavient­os. Sólo Lucas quiso alborotar. También regresó Bale, en papel de extremo izquierdo, donde empezó todo. Arrancando desde esa circunscri­pción metió un gol a los 12 minutos de entrar, presumiend­o de velocidad. Una forma magnífica de coger sensacione­s. Y el Madrid recogió dividendos sin invertir demasiado, ensanchand­o su plantilla cuando se aprieta el calendario.

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