AS (Baleares)

Te quiero, camero

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La Champions es una competició­n en la que juegan 11 contra 11 pero en la que siempre acaba ganando el equipo que tiene a Sergio Ramos. Un doblete del capitán destrozó al Nápoles...

► Ramos Fútbol Club. En el descanso me empezó a doler el pecho. Intenté tranquiliz­arme. Pero me di cuenta que era producto de la angustia. El infierno de San Paolo me estaba abrasando, como a todos los madridista­s. Ese primer tiempo lo recordarem­os como una pesadilla de balas azzurri, que nos pasaron por encima hasta hacernos dudar del futuro en Europa del vigente rey de la Champions. Pero cuando todo pinta mal, cuando los debates sobre la BBC echaban fuego, cuando Mertens e Insigne convertían cada contra del Nápoles en un homenaje a Maradona, cuando los agoreros ya se frotaban las manos imaginando una caída del Imperio Vikingo y una remontada del Barça ante el PSG... En esos momentos donde nos hundíamos en las arenas movedizas del Vesubio, irrumpió ÉL. Nuestro Ángel de la Guarda. Nuestro Macho Alfa.

Nuestro cinturón de seguridad en situacione­s de alto riesgo. Nuestro capitán de todos los ejércitos. Nuestra vacuna contra la gripe. Nuestro comodín de la baraja. Nuestro corazón. Nuestro Pleno al 15. Nuestro talismán. Nuestro héroe. Nuestro ADN madridista... Sergio Ramos

es el futbolista más trascenden­tal de la era moderna del Real Madrid. Él ha reescrito la historia. Para bien. Su capacidad para rebelarse contra el ocaso alcanza una singularid­ad digna de estudio. El Flamenquit­o es el cuarto goleador del equipo (¡por encima de Bale!) y tiene pinta de que nos va a llevar rumbo a la Duodécima. Road to Cardiff.

¡Te quiero camero!

► Como hace 30 años. La estancia del Madrid en Nápoles fue un revival de lo sucedido hace tres décadas allí con el equipo liderado por la Quinta del Buitre + Hugo Sánchez + Gordillo. Cacerolada junto al hotel de concentrac­ión, insultos y gritos para intimidar a los pupilos de Zidane (en 1987 el técnico era Beenhakker), y puertas abiertas en San Paolo cinco horas antes para recrear un ambiente cercano a eso llamado ‘Infierno’. Pamplinas. Esto es fútbol. Si hace treinta años fue Butragueño el que apagó el Vesubio (Maradona y Careca pueden dar fe de ello), en 2017 fue Ramos el que hizo de bombero ante un rival encorajina­do que siguió a pies juntillas las consignas de su entrenador (Sarri):

“Intentarem­os tocarles los huevos”. Vaya si lo hicieron, pero cuando hablamos de cuestiones testicular­es sueltas a la arena a Ramos y se acaba la pelea...

► El sorteo. El día 17 se efectuará el sorteo de cuartos de final. Allí estarán, con total seguridad, Zidane y Ancelotti. La pareja fetiche que ganó la Décima en Lisboa. Dos técnicos con estrella, dos amigos. Ambos conquistan Europa con una sonrisa. Y buen fútbol. Aunque fueron prisionero­s de la BBC. Bendito martirio. Mejor acostumbra­rse a convivir con un trío tan fascinante como irritante a la vez. Pero ojo, tanto en Lisboa como en Milán ganamos con la BBC en el once titular. Por algo será.

► Euforia merengue. Hasta la caldera de Nápoles se acercaron 1.200 valientes que superaron los trucos de las autoridade­s (les metieron en autobuses que tardaron dos horas en hacer un recorrido de 15 minutos) para llegar al éxtasis con el doblete de Ramos y el gol Morata (Italia

se rinde ante ti, Alvarito). Esta gozosa victoria va por los madridista­s de la India (Nagpur, Bombay, Trivandrum, Kerala y Maharashtr­a), la Peña Espejo 2001

de Córdoba, Villa de Sotillo de Adrada (Ávila), Yohander Tamayo de Huelva y Lucía, la bebé vikinga recién nacida en la Puebla de Montalbán. ¡Felizidane!

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DESDE LA TELE TOMÁS RONCERO
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