AS (Baleares)

Ramos sigue de guardia

Otro cabezazo suyo dio el liderato al Madrid ● Mateu perdonó la roja a Keylor, que se metió un gol e hizo un parada crucial ● Poco premio para el Betis

- LUIS NIETO

Empezó en el minuto 93, como hecho excepciona­l, extraordin­ario, y ahora simplement­e es rutina. Pasa hasta dos veces por semana, lo que le quita encanto. El Madrid acaba siempre en el gol de Ramos, la inmensa mayoría de las veces tras un fracaso colectivo. El cabezazo a los postres llegó esta vez en el minuto 80, al final de un partido en el que un error de Keylor apagó al equipo, que no supo iluminarse después ante un Betis valiente y estupendo. Un paradón tremendo en el descuento le rehabilitó. Lo uno y lo otro, el gol y la parada, sirvieron para devolver el liderato a un Madrid con demasiados jugadores de sangre azul. Un proyecto que tiembla con cualquier ausencia de Casemiro y reposa en el más milagroso central que conoció el club.

El Bernabéu es casi sede parlamenta­ria. No hay semana en el que no se abra un debate. Unos suceden a otros. El de Keylor se coló en la conversaci­ón sobre la BBC, grupo de élite en el que la ausencia de uno de sus miembros ha pasado de sobrelleva­rse a celebrarse. Sucedió que el costarrice­nse encadenó dos meteduras de pata, la segunda muy gruesa, y una estirada providenci­al y ya no se habló de otra cosa en el estadio.

El Madrid había salido impulsado por el desvanecim­iento del Barça y en su versión más imaginativ­a, con Isco y James, también con Morata por Benzema, un brindis al público. Ese centro del campo forrado en terciopelo envolvió al Betis, le metió en su área, le hizo correr tras la pelota, le empujó contra Adán. Modric estilizaba de nuevo la figura del equipo y Cristiano encajaba en ese papel de delantero centro hacia donde le dirige su carrera. Y de pronto irrumpió Keylor, que intentó cortar torpemente un envío largo de Sanabria. Salió a por uvas. Ya le ocurrió con Boateng ante Las Palmas y le costó un gol. Esta vez se aseguró, tras meter su cabezazo al aire, de que Brasanac, que perseguía el envío, no llegara a ninguna parte. Falta y roja. Y ni lo uno ni lo otro vio Mateu, cuya obsesión por la permisivid­ad le ha llevado al desvarío.

Con el Betis aún estupefact­o, el costarrice­nse estropeó más las cosas. Un remate centrado de Sanabria se le fue entre los guantes de aceite de manera grotesca. Aquello paralizó al Madrid y movilizó al estadio, que pitó al meta.

El Betis no aprovechó la confusión e inició un repliegue momentáneo que acabó en el empate antes del descanso. Llegó en la enésima acometida de Marcelo, cuyo centro fue rematado de cabeza por Cristiano. Fue la novena asistencia del brasileño. Ocho ha dado Carvajal. Los laterales del Madrid valen por dos. Y su productivi­dad ofensiva revela que la BBC ha abdicado de esta suerte cooperativ­a.

Con todo, el Betis vio un hueco por donde colarse y patroneado por Ceballos, un jugador que puede hacer época en el Villamarín, coleccionó ocasiones y desatinos en el remate ante un Madrid descompues­to. Errado el intento, Víctor recogió velas, sacó a Petros por Rubén Castro y se acabaron las bulerías. Zidane metió a Lucas y a Benzema con la iniciativa del equipo reducida al bombeo de balones al área, propensión que habla mal del temple del equipo en escenarios adversos. La expulsión de Piccini fue el preludio del gol de Ramos, en cabezazo racial tras preciso envío de Kroos. No hay otro final para todas las películas del Madrid. El suspense y el perdón. El que le otorgó el Bernabéu a Keylor con una parada final a cabezazo de Sanabria. Junto a su palo izquierdo estaba la puerta del purgatorio.

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