AS (Baleares)

Di María va al Juzgado de Instrucció­n y le preguntan si va a denunciar a Aytekin

- JOAQUÍN MAROTO @AS__Maroto

Sonaron las alarmas.

Gran revuelo en la mañana de ayer en los Juzgados de Instrucció­n, en la madrileña

Plaza de Castilla. Ángel di María entra en la sede judicial. Para empezar, con susto. Se disparan las alarmas del arco de seguridad. El jugador argentino va cargado de teléfonos. Quería pasar inadvertid­o, pero la sirena delata su posición. Algunos aficionado­s madridista­s le reconocen. También otros atléticos. Hasta uno del Betis,

que tira de retranca:

“¿A qué has venido, a denunciar a Aytekin?

Pues nada, aprovecha y denuncia también a

Mateu”, clama. Aquí empieza el lío.

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Los lunes no es un buen día para visitar la Plaza de Castilla. Suele ser uno de los de más afluencia de público de toda la semana. Y se habla mucho de fútbol mientras van cayendo las sentencias. Di María llega acompañado de dos abogados. Son los mismos que defendiero­n a Mascherano

por la denuncia por fraude fiscal por la que el jugador del

Barça fue condenado a un año de cárcel, a devolver el millón y medio de euros defraudado y a pagar una multa de otros ochociento­s mil. Son Diego Artacho, Inspector de Hacienda en excedencia, y David Aineto, ambos abogados del despacho con sede en Cataluña ‘Rousaud, Costas y Durán’. Di María ya ha superado el control de seguridad tras pasar dos veces por debajo del arco magnético. Pero el revuelo se ha armado. “Atraco el que te pegaron a ti”, le grita otro forofo. Di María ni se inmuta. El extremo del PSG acelera. No está de humor. Le espera el juez.

¡Vaya tela!. Según la Fiscalía, Di María defraudó casi un millón tresciento­s mil euros en los años 2012 y 2013, cuando jugaba en el Madrid. Se le acusó de defraudar 636.820 euros en 2012 y 662.168 en 2013 mediante un entramado ‘off-shore’. Sus abogados pueden pactar un acuerdo: devolver lo presuntame­nte defraudado más una multa de dos millones y evitar consecuenc­ias penales. Por los pasillos sigue la guasa. “Aytekin... ¡vaya tela!”, dice muy castiza una señora.

De Guardia. Di María abandona el edificio no por la puerta principal, por la que entró. Lo hace por la puerta del Juzgado de Guardia, menos concurrida. Pero se cruza con un grupo de personas de etnia gitana. La mitad parecen del Atleti y la otra mitad del Madrid. “Al que había que denunciar es al que se tatuó la Décima (Clattenbur­g) en el brazo...” . Y los blancos se defienden: “¿Y al que se tatuó el minuto 93 (Sergio Ramos, y el tatuaje es un 90+) no le queréis denunciar...?”.

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