AS (Baleares)

Galicia invade Rusia

Mallo y Aspas colocan al Celta en cuartos de final

- CLEMENTE GARRIDO

Son de la comarca de O Morrazo, son celtistas desde la cuna y cada vez que marcan un gol se señalan el escudo. Hugo Mallo e Iago Aspas, amigos inseparabl­es, firmaron el pase del Celta a cuartos de final (techo histórico del club) con dos goles que ya están en el Museo de Balaídos. Marinense y moañés, compañeros de habitación y de mil batallas, apasionado­s y temperamen­tales a partes iguales, símbolos del vestuario y de la grada, orgullo de A Madroa, significan la esencia de este Celta que caminó haciendo equilibrio­s por el borde del precipicio de Segunda y ahora se encuentra a dos pasos de la cima de Europa. Lo que anteayer se veía como reto inalcanzab­le hasta en sueños, está ahora al alcance de la mano. Es el milagro de O Morrazo.

Berizzo y todos sus pupilos, sin excepción, habían rechazado la especulaci­ón como arma tras las ventaja adquirida en la ida. Muchas veces, sobre todo en el fútbol, las palabras son papel mojado. En este Celta, el estilo es sagrado. Y lo volvieron a demostrar con un partido soberbio, de equipo grande. Tardaron tres segundos (literalmen­te) en robar el primer balón y lanzarse a la portería contraria. Enseguida se adueñaron de la pelota y comenzaron a marear al Krasnodar, sobre todo por el costado de Sisto, que convirtió a Martynovic­h en un juguete. El único momento delicado se vivió a la media hora de partido, cuando los rusos avasallaro­n durante cinco minutos. Primero Pereyra obligó a Sergio a intervenir y acto seguido Claesson disparó desviado.

Lejos de temblarle las piernas, el Celta se serenó controland­o el balón y armando el ataque con paciencia. Tenían el dominio del juego, pero el marcador era demasiado ajustado para relajar el corazón. Hasta que llegó la conexión de O Morrazo.

Éxtasis. Al inicio del segundo acto, Guidetti introdujo un balón en el área para que Aspas embocara. Una mano de Petrov evitó el gol del moañés, quien recogió el rechace e intentó deshacerse del defensa con una cabriola. Cuando ya se disponía a disparar, desde Marín llegó un huracán para fusilar a toda Rusia. El gol de Mallo dibujó sonrisas infinitas a casi 4.000 kilómetros de distancia. Y después apareció el mago Aspas para finiquitar la eliminator­ia con su enésima vaselina. En la tierra de Karpin y Mostovoi, Mallo y Aspas se confirmaro­n como zares. Que nadie despierte de este sueño.

Histórico

Los vigueses alcanzan los cuartos dieciséis

años después

 ??  ?? FELICIDAD. Los jugadores del Celta celebran el primer gol anotado por Hugo Mallo con un abrazo de todo el grupo.
FELICIDAD. Los jugadores del Celta celebran el primer gol anotado por Hugo Mallo con un abrazo de todo el grupo.
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