Monumental Kwiatkowski
Sagan atacó en el Poggio, pero el polaco le batió al sprint
No existe mucha discusión. Ni dentro del pelotón, ni fuera, para los especialistas: Peter Sagan es el mejor corredor del mundo. Sin embargo, no remata al sprint en grupos reducidos. Por eso atacó en el Poggio. Pero se llevó consigo a Julian Alaphilippe y a Michal Kwiatkowski. El vigente campeón mundial y de Europa hizo todo lo que debía hacer: romper la Milán-San Remo y lanzar la volata desde lejos. Quizá, demasiado lejos... Porque Kwiatkowski le batió en el último golpe de riñón, con 291 kilómetros acumulados en las piernas.
El polaco conquistó su primer monumento por fuerza e inteligencia. Respondió al hachazo del arcoíris y se enganchó a la rueda de Alaphilippe en las rampas cruciales del Poggio. Aunque estuvo a punto de ceder, supo sufrir. En la Vía Roma cogió perfectamente la aspiración de Sagan y le superó en la misma línea de meta. Kwiatkowski, campeón del mundo en 2014, ya le había dejado en segunda posición en la Strade Bianche de 2014 y en la E3 Harelbeke de 2016. “No puedo reprocharme nada. Me importó más ofrecer un buen show. Al final, se trata de que el resto compite contra mí”, aseguró Sagan, siempre entregado, siempre a la ofensiva.
Brillante. Con la Milán-San Remo, Kwiatkowski suma su segunda victoria de la temporada, tras la Strade. A pesar de su irregularidad, su palmarés empieza a coger lustre de brillante clasicómano: un Mundial y cinco grandes pruebas de un día. Comparte generación con Sagan, la de 1990, así que volverán a enfrentarse el resto de la primavera, en los adoquines, y durante muchos años más. A los 27 (Kwiatkowski los cumplirá en junio), representan el presente y el futuro, el relevo de los Boonen o Cancellara. “Me siento muy honrado por alcanzar este título ante un rival increíble, con el que me he medido desde júnior. Nos conocemos bien, nos respetamos. Y continuaremos”, resumió el ciclista del Sky.
Sagan hizo lo que debía, y no ganó pese a romper la carrera. Alaphilippe fue tercero