AS (Baleares)

Messi se apaga...

El rosarino, impotente, lleva nueve partidos de cuartos de final de Champions League sin poder marcar un gol

- JUAN JIMÉNEZ

Una foto gigantesca de Messi recibe desde hace poco menos de un mes a los visitantes del Camp Nou. “History happens here” (“la historia pasa aquí”), se lee cuando se ingresa a sus instalacio­nes. Messi es una deidad en estos territorio­s y en él, sólo en él, creía la afición del Barça,

agolpada a las puertas del Estadi y con un sentimient­o bien parecido a la noche mágica del PSG, la que da origen a la foto de Messi enloquecid­o y líder de su tribu. Ocho partidos de cuartos de final de Champions sin hacer un gol parecen demasiados. Messi los llevaba. Nueve, casi un imposible. Pero Messi volvió a quedarse sin batir a Buffon. No lo ha hecho en toda su carrera. Tan bajo le vio el portero que, tal vez pensando en sus críos, que veneran a Messi, hasta le consoló a ratos. El crack de Rosario exploró todas las formas posibles pero lo más que consiguió fue irse sangrando en la primera parte después de darse un costalazo tremendo con Pjanic.

Las lágrimas de Neymar al final, la sangre de Messi en mitad del partido, fueron las del Barça, que se chocó con una roca, la Juve. Salvo episodios muy esporádico­s en los que partió de la banda derecha, Luis Enrique, o él mismo, prefirió colocarse como enganche. Tuvo dos ocasiones en la primera parte. Un remate franco de los que no suele perdonar pero que se le escapó por poco. Y una parada con rechace de Buffon que mandó a la red lateral. Para marcar territorio, y liderazgo, Messi ordenó a sus compañeros que no devolviera­n el balón después de que Dybala echase el balón fuera para atender al controvert­ido Mandzukic. El segundo tiempo fue directamen­te un clínic de impotencia. Una falta fuera, un remate ajustado a centímetro­s de Buffon, un balón muerto malgastado con la derecha… Messi se fue apagando. Como el Barça. Esta vez no hubo magia, ni “la historia pasó aquí”. Es un golpe bajo y durísimo para este fenómeno. Eso sí. Por estos territorio­s hay algunas cosas que no se discuten. Messi acabó el partido como lo empezó. Aclamado. Como el Barça. Hay que ser agradecido.

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DESOLADO. Messi, abandonand­o en solitario el Camp Nou.
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LLANTO. Algunos jugadores del Barça se fueron llorando.

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