AS (Baleares)

Bravo deja sin final a Cristiano

Paró tres penaltis en la tanda que decidió el ganador El madridista no tuvo oportunida­d de lanzar el suyo Dos remates de Chile al palo en el 118’

- CARLOS FORJANES

La kryptonita contra Cristiano y Messi hay que buscarla en Chile. Los dos superhéroe­s del fútbol mundial han visto cómo La Roja sudamerica­na hacía trizas sus esperanzas en el epílogo más cruel, los penaltis. Messi marcó el suyo en la final de la Copa América de 2015 que le ganó Chile, esta vez el siete blanco ni pudo chutar el suyo. Porque Bravo había detenido los de Quaresma, Moutinho y Nani… Portugal, sin la ayuda de Cristiano durante 120 minutos, fue presa del ataque de conservadu­rismo de Fernando Santos. Fuego amigo.

Épico final para un partido jugado con manual de ajedrez. Lo mejor estuvo en los entremeses. En el 6’, un gran pase de Alexis a Vargas lo desvió Rui Patricio por los pelos. Un minuto después, fue Cristiano el que le puso la asistencia a André Silva, pero no supo superar a un Bravo que salvó... con el trasero. Un amago del festival a los once metros para los postres.

“Inaceptabl­e”, debió pensar Vidal ante tanto dispendio ofensivo. El Rey Arturo se dedicó a cavar trincheras y Fernando Santos y Pizzi estuvieron encantados. Son dos entrenador­es que no pasarán a la historia por su fútbol virtuoso. Santos, proletario del fútbol portugués y griego, tocó techó en la final de Saint-Denis ante Francia. Si excluimos a Cristiano, epicentro y martillo por costumbre, Portugal alimenta incómodas sospechas de ser un equipo sostenido con pinzas pese a esa Eurocopa. Esta Chile, alejada del estilo de la Copa América, ve en Pizzi un intento de romper con la vena sampaolist­a en Chile por la vía de la extinción de la fantasía del ‘Mago’ Valdivia.

Sin un compañero capaz de crear lo inesperado, tampoco contra Portugal, le tocó a Alexis ser un hombre-orquesta. Algo de ayuda encontró en Vargas, que en el minuto 58 casi marcó de chilena, valga la redundanci­a. Los dos equipos decidieron pasar de tácticas y ahorrarse los circunloqu­ios. Cristiano dio la réplica segundos después y Vidal se sumó al tiroteo. Poco duró, la alegría se sostuvo quince minutos y volvió la dictadura de la pizarra. Con André Gomes hinchándos­e a regar de balones la grada, el realizador cazó a Cristiano renegando del cambio en el 83’ de Bernardo Silva, el mejor de Portugal de largo. Era un armisticio hasta la prórroga casi anunciado por megafonía.

“Dos ataques profundos y descansamo­s un ratito atrás”, ordenaba Pizzi en el corrillo previo al tiempo extra. Pese a tanto recelo, la prórroga fue de Chile. La furia de la Roja del Altiplano es Vidal. Se colaron sus “¡Vamos!” a los hinchas en los micrófonos de ambiente. Un empuje que casi se hizo carne y gol en el 118’ con un chut que se estrelló en un poste, el rechace le cayó a Rodríguez y su golpeo fue al travesaño. Pero no les importó. Quedaban los penaltis, territorio chileno y de Claudio Bravo. Para disgusto de Cristiano. Messi sabrá seguro lo que siente el siete...

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