AS (Baleares)

Los primeros días del Tiago entrenador

Lleva una semana como técnico

- PATRICIA CAZÓN L. Á. SAN RAFAEL

Todavía, una semana después, se hace raro llegar al campo de Los Ángeles de San Rafael y descubrir su perfil espigado, gorra calada, vestido de negro y no rojo, entre el cuerpo técnico y no entre la plantilla. Es Tiago y se han cumplido siete días de su nueva vida. Porque tenía ofertas para seguir jugando, en otras ligas, pero se decantó por ésta: comenzar a entrenar junto al Cholo Simeone, el Mono Burgos y todo su cuerpo técnico, en su club de los últimos siete años, el Atleti, ese que “te roza y te hace para toda la vida”, palabra suya.

Mientras se adapta a las rutinas de su nueva vida hay algo que no puede evitar: vivir lejos de un balón. Siempre tiene uno en la mano. Siempre, siempre. A veces, cuando está solo, y un entrenamie­nto ha terminado o todavía no empezó, juega con él, le da toques. Uno, dos, tres, siete, diez. Sigue vistiendo de negro pero en ese momento es como si todavía lo hiciera de rojo. Si eso sucede por la tarde lo acompaña un murmullo. Es de la grada que mira ensimismad­a. “Es Tiagooo”. Sí, Tiago. La vida con él no se terminó en mayo, con su despedida como jugador.

En siete días ha encajado perfecto en el organigram­a del Cholo. No extraña. Cuando jugaba era experienci­a, inteligenc­ia, y eso es algo que no se pierde al colgar las botas. Simeone lo sabe, por eso lo quiere cerca. Con Tiago su equipo es mejor. Ya esté en el centro del campo o en el banquillo, sigue pegado al césped y, eso, suma.

Aunque sus nuevas rutinas sean otras, tan diferentes a las de los últimos siete años. Llegar media hora antes que el equipo al campo, charlar con el Cholo, comandar un ejercicio con el Mono Burgos, estudiar desde un lateral, tan lejos, tan cerca. Callado, reflexivo, participat­ivo, es referente, todos le buscan. Cuando el entrenamie­nto termina y los futbolista­s estiran antes de volver al autobús, se acerca, hay guiños, palabras cómplices. Ya con Godín o Augusto, con su hermano Filipe, a quien mira con broma si Griezmann se pone bajo palos y despeja tres balones. Uno de esos que, antes o después de un entrenamie­nto, el mismo Tiago abraza, antes de darle unos toques.

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COMPLICIDA­D. Tiago, junto a Simeone en un entrenamie­nto.
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