El Espanyol castiga la rotación masiva de Berizzo
Marcó Lenglet y empató Baptistao; Banega, expulsado
E
I Sevilla empezó la Liga con una alineación incomprensible de Berizzo y el Espanyol, con sobriedad y buen pulso. El 1-1, en noche de calor y accidentes, hizo justicia dirían los clásicos.
Berizzo, entrenador usualmente racional, se creyó Zidane, pero se le fue la mano con una rotación masiva y diabólica. Sólo Lenglet y Nzonzi repitieron del once de Estambul y el resultado fue un Sevilla descabezado. Nzonzi estuvo en las batuecas; Ganso a su ritmo, que es lento; y Borja Lasso, imprudente en su debut. Tres pérdidas de balón de novato le pudieron costar tres goles a su equipo. El Sevilla fue un experimento. Todo lo contrario que el Espanyol, tan serio como lo construyó Quique el año pasado. Con un plan sencillo pero útil. Su clarividencia chocó con la confusión del rival.
El partido empezó tremendo, con una conducción bella y poderosa de Baptistao. Sólo le pudo parar David Soria con un paradón. El brasileño se llevó por delante el dedo del portero, que se fue entre lágrimas en una imagen que estremeció. Héroe de la eliminatoria ante el Athletic en la Europa League en 2016, su trabajo este verano había tenido recompensa: la titularidad. Todo hecho papelillos en dos minutos.
Pese a no tener continuidad, el Sevilla se adelantó con un gol fantasma de Lenglet que equilibró Baptistao en otra preciosa carrera precedida de un grave error de Nzonzi.
Hacía calor en el Sánchez Pizjuán. Con el personal deshidratado, apareció ese talento, futbolístico y físico, que es Jesús Navas. El duende de Los Palacios volcó el partido hacia su banda con la ayuda de Banega, el cambio que pedía a gritos el partido. El Espanyol menguó. Muriel, con potencial para ser una de las apariciones de LaLiga, remató al palo en el 71’ y contra Pau en el 82’. Aún le falta eso, ser letal. Cuando el Sevilla olisqueaba el 2-1, Banega sacó su lado malo y fue expulsado. El Sevilla perdió una hora con la alineación y el argentino, la cabeza en un final desconcertante.
Jesús Navas Desequilibró, pero la roja del argentino
le frenó al final