AS (Baleares)

Un vuelo de altura

Superman ganó en Sierra Nevada Contador probó de lejos y se hundió

- JUAN GUTIÉRREZ

M iguel Ángel López nació, creció y vive a 2.678 metros de altitud, en Pesca (Boyacá, Colombia), donde algunas carreteras se elevan por encima de los 4.000. Surcar las alturas es su hábitat natural. Por eso pedalear por Sierra Nevada, con la meta a 2.510 en la Hoya de la Mora, es tan familiar para él como caminar por la puerta de su casa. Como además se apoda Superman y sabe volar, no hay kryptonita que le frene cuesta arriba. López sumó ayer su segunda victoria y ya es sexto, a 2:51 de Froome y a 43 segundos del podio, a falta de Los Machucos y del Angliru... También de la contrarrel­oj.

Antes del vuelo final, Superman soltó lastre. Contador se había fugado con él a 27 kilómetros, ambos cómplices en la maniobra, pero las piernas del madrileño ya no tienen la chispa para seguir al Dorsal AS al Mejor Joven. Lo que era un ataque por el podio, se convirtió en un calvario en el kilómetro final, donde cedió 1:27. El Sky no se descompuso y la osada tentativa nunca se estiró más allá del minuto y medio. Sólo los toreros que se arriman sufren cornadas. Quien sí se alzó al cajón fue Zakarin, que desbancó a Kelderman y, de paso, saldrá por delante en la crono. A esa cita llegará Froome como quería, con el maillot rojo y con pista libre para aumentar su ventaja. Ayer no sólo aguantó el tipo, sino que además le metió otros seis segunditos a Nibali. Por si acaso.

Que un escalador tenga el mote de Superman es un chollo para el cronista. Por aquello de sus vuelos. Sin embargo, conviene recordar que no le viene por esa razón, sino por su resistenci­a en un atraco ante unos ladrones, que ni siquiera con dos puñaladas lograron arrebatarl­e la bicicleta. A sus 23 años, López es un hueso duro, si por fin consigue domar la mala suerte. De la pasada Vuelta se retiró con dos caídas más y con varias piezas dentales menos. Los superhéroe­s también tienen puntos débiles. Su ascenso en la general le coloca delante de su líder, Aru. Más que un problema se intuye como una baza para el Astana. Por si hay más valientes en el pelotón que Contador.

Pata negra. El perfil de la etapa se presentaba como la mejor ocasión para organizar un polvorín. Contador, perro viejo en estas lides, lo sabía. Y se buscó un socio con intereses similares. Cuando López y él arrancaron, por delante sobrevivía­n otros fugados ilustres: Bardet, dos veces podio en el Tour, y Kruijswijk, casi ganador del Giro 2016, completaro­n un cuarteto ‘pata negra’. Un minuto por delante todavía rodaba Adam Yates, mejor joven y cuarto en París el pasado año. Mucha clase.

Pero las únicas ‘patas’ que realmente rodaban con soltura eran las de Superman, que a 4,5 kilómetros de la cima se dio cuenta de que con esa compañía no haría más camino. Ni Contador ni Bardet soportaron su cambio de ritmo. Kruijswijk ya se había descolgado. Luego reventó literalmen­te a Adam Yates, su predecesor con el Dorsal AS. Fue una exhibición colosal.

Los gallos engulleron al pinteño, que ya únicamente pudo pelear por minimizar pérdidas. Entre ellos sólo había probado Nibali con un salto a 14 km, tan valeroso como estéril. El Sky rodó intocable. La Vuelta está a tiro. Sólo una estrategia imaginativ­a, como las que suele plantear Contador, con unas buenas piernas, como las que exhibe López, podría inquietar a Froome. Aunque no creo que ocurra.

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PAREJA DE AVENTURA. Alberto Contador y Miguel Ángel López atacaron juntos a 27 kilómetros de la meta. Luego separaron sus destinos: el español no aguantó el ritmo.
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