AS (Baleares)

Griezmann cristianó el Wanda Metropolit­ano

- ALFREDO RELAÑO

¡Vamos, Atleti, vamos... Vamos, Atleti, oé...! El fondo sur sonaba en el nuevo estadio como en el viejo, agitando con sus gritos al resto del estadio. Le costaba prender su mecha. La novedad, la magnificen­cia del marco, quizá los nuevos compañeros de grada, llamaban a la prudencia en otras gradas. Tampoco el juego, con un académico 4-4-2 que servía para controlar el partido pero sin profundiza­r, animaba. Al descanso los comentario­s giraban en torno a lo mismo: el campo es colosal, digno de una final de Champions, pero... El pero era el juego, la falta de llegada. La emoción la ponía el fondo sur, sacando su entusiasmo a volar. Simeone cambió tras el descanso a un 4-3-3, con Carrasco por Thomas. Carrasco le metió burbujas al partido. El campo se animó y una gran jugada de Correa acabó en gol de Griezmann, al que la historia había reservado ese espacio, que muchos soñaban que fuera para un veterano. Pero fue Griezmann, al que muchos ven con un pie fuera, el que cristianó el nuevo estadio. Marcel Domingo, Ben Barek, Helenio Herrera, que hizo sus primeras armas allí... El Atlético tiene su tradición francesa, o del Marruecos francés, tanto da, a la que podemos añadir ahora este gol inaugural de Griezmann, para perdonarle tantas ganas de irse. Ahí quedó todo, en el gol del rubio francés. En este campo veremos mejores partidos, seguro. Y algunos peores. Éste va a la historia sólo por ser el primero. Pero lo que impactó en la noche madrileña, la primera noche fresca tras un duro verano, fue el imponente estadio que se estrenaba. Un golpe de prestigio mundial para el Atlético, que se presenta con nuevas ropas en el alto concierto internacio­nal. Sin ensayo previo, fue un gran estreno, entre lo solemne y lo castizo (¡viva Sabina!) y con algún fallo inevitable (los videomarca­dores se fundieron poco después del gol). Fue la noche del gran salto adelante del Atlético.

“EN ESTE CAMPO

VEREMOS MEJORES

PARTIDOS, SEGURO. Y

ALGUNOS PEORES”

Pero no así. No suyo, con una camiseta rival. Lo evitó Oblak. Oblak y su guante. Ese primer gol tendría acento francés y pelo rubio.

Cuando llegó ya era la segunda parte y Carrasco había entrado para volcar el juego hacia Roberto. Le paró a Koke, le paró a Saúl, pero llegó Grizi, que parecía no estar, y un disparo, uno solo, le bastó para hacer ese gol, el primero de este estadio, como hiciera Luis en el Calderón. Todo empezó en Correa, que corre, que centra. Grizi espera en el corazón del área con la derecha preparada. Espera y remata. Su capa nunca descansa. Red estrenada. Rolán no pudo con la de Oblak en el 89'. Otra de sus santas manos dejaron en victoria este principio.

Piii. Cuando ese silbato volvió a sonar, ahora a final, hubo escalofrío general. De repente una sensación, ser consciente de que no se volverá a sentir el frío del río. Que eso que fue tantas veces, el Calderón, no volverá a suceder. Pero estate tranquilo, viejo: el Wanda Metropolit­ano guardará bien tu legado. En su grandeza también está la tuya. Siempre.

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