AS (Baleares)

Isco socorre a un gris Madrid

Dos goles del malagueño, el mejor del choque, dieron al equipo de Zidane su primer triunfo en casa ● El Espanyol llegó tarde al partido ● Debutó Achraf

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO FELIPE SEVILLANO, CHEMA DÍAZ, PEPE ANDRÉS Y JAVIER GANDÚL

Isco acabó con el mal del Bernabéu después de un trámite muy farragoso, que empezó con falta de puntería y acabó con falta de fuerzas. Ganó un Madrid sin alegría, extrañamen­te desatento en la segunda mitad, con clara desnutrici­ón en las bandas por las lesiones de Carvajal, Marcelo y Theo Hernández. El Espanyol entendió que era una mala idea el atrevimien­to de salida y tiró un tiempo. Luego se le hizo tarde. Y contempló que Isco, autor de los dos goles, y Asensio están fuera de su ángulo de visión.

El partido aterrizó muy mediatizad­o por dos hechos del pasado reciente: el apagón continuado del Madrid en el Bernabéu que le hizo empezar a diez puntos del Barça y la paliza recibida por el Espanyol en el Camp Nou. Lo uno explica una salida en tromba del Madrid, sin tregua ni pausas, un arranque furioso. Lo otro retrata el inicial cerrojo blanquiazu­l, con el equipo hundido en 20 metros y nueve defensores amuralland­o a Pau López. Un asaltante y un resistente. En eso quedó una primera mitad monotemáti­ca, con un fútbol orquestal del Madrid dirigido por Isco, que a los 23 segundos pudo aclarar ese puré pero perdió en el mano a mano con Pau López. Y que a los 29 minutos entró con la excavadora en el área del Espanyol. Resultó más estético el pase de Cristiano que el punterazo del malagueño, que pareció el bajonazo de un artista. En medio de aquella selva espanyolis­ta sólo resultó visible Isco, bastón de mando del Madrid, retrasándo­se y llegando, armando y rematando, con esa omnipresen­cia de los jugadores franquicia de un equipo.

Pero al Madrid le costó porque esos laterales que le ofrecen permanente soporte ofensivo no estaban esta vez. Jugó Achraf, que como debutante salió a no equivocars­e y se quedó muy corto en campo contrario. Anda en prácticas y se explica y se disculpa su falta de osadía. Nacho anduvo más desenvuelt­o, pero le falta el instinto de extremo. Subió mucho, pero no se sintió un factor diferencia­l en el ataque.

Con todo, el Madrid llenó de ocasiones el partido, la mayor parte de ellas con final infeliz, fundamenta­lmente por el heroísmo de Pau López, que le quitó un gol a Ramos y otro a Cristiano.

El Madrid, como en ocasiones anteriores, trabajó mucho para sacar muy poco y anduvo innecesari­amente en vilo. Cuando Gerard Moreno, en la única gran ocasión del Espanyol en la primera mitad, mandó una media vuelta al palo sintió que la falta de contundenc­ia tiene un precio altísimo.

Quique quiso acabar con esa postración espanyolis­ta poniendo un segundo punta y reconfigur­ando el equipo en un 4-4-2, con Baptistao como avanzado. Resultó. El Madrid fue aburriéndo­se del partido y metiéndole el miedo al público con sus descuidos. Marc Navarro no encontró barreras en la banda derecha. Sergio García trajo bullicio en la izquierda mientras Isco desacelera­ba y Asensio daba un paso atrás. Al Madrid le pesaba la obligación de perseguir y el esfuerzo de Dortmund.

Un error tremendo de Sergio Ramos dejó el partido al borde del empate, que ahora es drama mayúsculo a vista de clasificac­ión, y ahí se acabó el Espanyol. Un contragolp­e culminado por Asensio e Isco, asistente y rematador, los dos jugadores más influyente­s del equipo de Zidane a día de hoy, cerró el partido y reflotó el ánimo del público. El Espanyol siguió el camino de sus exitosos predecesor­es: mantener vivo el partido hasta que el Madrid se adormece. Y lo que es recurrente no es accidente.

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