AS (Baleares)

Cristiano está para días así

Perdonó demasiado pero acabó salvando al Madrid con su primer gol ● Isco no fue titular, pero colaboró en el rescate ● El Getafe resistió hasta el límite

- LUIS NIETO

Acinco minutos del final y después de una sobremesa repleta de ansiedad, Cristiano hizo uno de esos goles que se mastican al final del campeonato. Fue el primero en esta Liga, su único acierto en una tarde endiablada por la tenaz resistenci­a del Getafe y por la falta de pericia de un Madrid al que la entrada de Isco ayudó a ganar la orilla.

No es cómodo jugar cada partido al borde del acantilado, circunstan­cia a la que se ve abocado el Madrid por sus distraccio­nes del Bernabéu. Y menos ante un equipo de Bordalás, técnico recién llegado al paraíso y que llena los partidos de bolardos hasta convertirl­os en intransita­bles. A eso se enfrentó un Madrid al que Zidane ha vacunado contra las desconexio­nes FIFA, de especial intensidad en los últimos diez días, repletos de batallas agónicas premundial­istas. Así que dejó fuera de la lista a Casemiro y Varane y del equipo a Isco y Modric. Menos corte y menos confección. A cambio, sumó a Marcelo, ese aguador permanente desde la izquierda, y a Benzema, el mejor consejero de Cristiano en el campo.

El francés, jugador más de inspiració­n que de aplicación, fue quien mejor entendió cómo saltar esa barricada desde la sutileza. El Getafe, un grupo con uñas y dientes, sobreprote­gido atrás, perdió un corredor con la lesión de Álvaro Jiménez. Un contratiem­po importante para un equipo que vive, ante los grandes, de fortalecer­se atrás y salir a toda pastilla en cuanto se abre un claro.

Sobre un césped alto, la vajilla que puso Bordalás, al Madrid le costó enganchars­e al partido, que fue endemonián­dose por las interrupci­ones continuas, desde la lesión de Álvaro Jiménez al espontáneo que pretendió una tertulia con Cristiano. Y cuando cogió el tono, con Asensio faenando por dentro y por fuera, tampoco abrió el chorro de las oportunida­des. La mejor fue de Cristiano, después de Benzema domara en tres toques de artesanía un centro violento de Marcelo desde la izquierda. Al zapatazo raso del portugués le aplicó mano de hierro Guaita. El Getafe cazó muy poco. Un cruce providenci­al de Nacho fue lo más cercano al gol antes del descanso, al que el Madrid llegó con ventaja gracias a una cadena de errores azulones que culminaron con una escapada de Benzema que resolvió como lo que a menudo no es: un nueve de manual. Un gol que aliviaba la presión en cabina del Madrid.

El Getafe encontró pronto la respuesta, en desatenció­n general de la defensa blanca, de Marcelo especialme­nte, y que acabó en centro de Portillo que desvió Nacho a gol para evitar el remate de Jorge Molina, que partió en fuera de juego y al que el árbitro atribuyó el tanto. El Madrid se vio en la lona y asomaron todas sus imperfecci­ones: la incurable ansiedad de Cristiano, la poca vuelta de sus laterales, el pánico a alejarse del Barça.

Declarado el estado de excepción, entraron Isco, jugador alfa del momento, y Theo, después Borja Mayoral, Cristiano falló un gol a puerta vacía al que siguió un largo lamento, al propio Theo le anularon con justicia un tanto. El Getafe, en cambio, andaba en su salsa. Acostado sobre Guaita, quemando el tiempo con interrupci­ones que desesperab­an al Madrid y esperando el golpe de mano definitivo. Casi lo dio Arambarri, con un remate cruzado sin puntería. Y entonces apareció, al fin, Cristiano, para cruzar un gran envío de Isco, que hizo girar el partido, y echarle un salvavidas al Madrid, que tras el empate en el Wanda alivia su sinvivir.

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