AS (Baleares)

La crisis se cronifica

Al Madrid no le hizo falta jugar mal para volver a perder ● Cristiano, negado ● Fornals, en el 87', firmó un triunfo histórico ● Penalti no pitado de Álvaro

- LUIS NIETO

Las crisis son caprichosa­s. Empiezan a menudo en la ley de Murphy y acaban en la ley de la gravedad, que ahora atrae al Madrid hacia el abismo. No le faltó al equipo voluntad ni mereció la derrota, pero se le han esfumado Cristiano, la fortuna e incluso el buen ojo de los árbitros. A tres minutos del final, el Villarreal exprimió su desesperac­ión. Hoy puede estar a 19 puntos del Barça en 19 partidos de Liga, con la plaza Champions en peligro. Y el Submarino dejó para la historia su primer triunfo en el Bernabéu.

Pese al revés, el Madrid tuvo el comportami­ento de un equipo tan fuertement­e endeudado con su afición. Empezando por Zidane, que puso lo que anda sano de la primera unidad para probar que no hay plan de evacuación en la Liga. Y le siguió el equipo, que presionó con codicia, en una especie de efecto rebote. Ese empuje obligado, acompañado esta vez de un mejor método, y el plan de prevención del Villarreal, que abandonó su rombo por un 4-2-3-1 más cauto, arrojó un abrumador dominio blanco, sólo empañado por esos intervalos sin movilidad que le hacen pasar largas temporadas a espaldas del área rival y por la pérdida de ángel de Cristiano, al que se le han cerrado súbitament­e las puertas del cielo. Tres oportunida­des clarísimas le salieron al paso y las tres se le fueron aplicando soluciones diversas: un remate picado fuera ante la salida de Asenjo, un martillazo al lateral de la red y un error con la puntilla en envío de Isco, al que llegó trastabill­ado por un toque de Mario Gaspar. Fueron discutible­s la posición del malagueño y la acción del lateral. Para entonces ya le había quitado Undiano un penalti al Madrid, por mano invasiva e invasora de Álvaro.

Pero, aun sin gol, el Madrid fue lo que se espera de él, con Isco como propulsor, con Kroos y Modric menos encogidos y con una zaga menos frívola y quebradiza. Nada se requirió de Keylor hasta el descanso, al que el Villarreal llegó entre súplicas. Asenjo, con dos grandes paradas, fue su clavo ardiendo. Pero Cristiano y Bale son delanteros de campo abierto y en partidos a 30 metros entran en hibernació­n.

Del descanso regresó un partido más abierto, anunciado con un disparo fallido de Cheryshev. Y esta vez Zidane también se avivó. En cuanto el partido se hizo de dos direccione­s metió a Lucas Vázquez y Asensio. Se fueron Isco, siempre Isco, y Bale. Y el Madrid viró hacia el 4-3-3. Ninguna de las medidas, casi de emergencia, cambió los indicadore­s del partido. El asedio del Madrid fue cayendo en la monotonía, con Cristiano confundido entre aquella multitud amarilla y con Castillejo en magnífica labor de desgaste. La falta de gol conduce al abatimient­o. Y cuando el Madrid confundió el sentido del deber con la carga descamisad­a, le cazaron en una contra, resuelta en segunda instancia (a la primera falló Ünal, que pudo arrancar en fuera de juego), de vaselina, por Fornals. Esperar al PSG se va a hacer eterno.

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