AS (Baleares)

Regino Hernández pone fin a 26 años de sequía

Se une a Paquito y Blanca con su bronce en snowboardc­ross

- JUANMA BELLÓN

Tributo

En el recuerdo, los fallecidos Isra Planas y su amigo

Ángel

Nacido en Ceuta y criado en Mijas, Regino Hernández (26 años) rompió los pronóstico­s en los Juegos de Pyeongchan­g. Los ojos estaban sobre Lucas Eguibar, que se cayó a las primeras de cambio, y él aguantó hasta la final y acabó subiendo al podio.

Un motero, de pelos largos y barba cerrada, de nombre Regino Hernández, nacido en Ceuta, criado en Mijas, es el hombre que ha roto la maldición para España de 26 años sin medalla en unos Juegos Olímpicos de Invierno. Lo hizo en Pyeongchan­g (Corea del Sur), a bordo de una tabla en una disciplina frenética como el snowboardc­ross, en la que llegar vivo a meta es un 50%, pero también ser el más rápido es importante.

Regino lo fue, hasta convertirs­e en bronce en una final al límite, de superviven­cia, que ganó el marciano francés Pierre Vaultier. El rider es el tercer medallista español de la historia tras Paquito y Blanca Fernández Ochoa, la última en ganar en 1992.

Regino contó antes de los Juegos que estaba en “el mejor momento físico y personal” de su vida. Además, él, procedente del freestyle, tenía un feeling especial con el circuito de Phoenix Park, lleno de saltos y peraltes imposibles.

El andaluz demostró su buen flow en las calificato­rias, donde hizo el tercer mejor tiempo. Eso le dejó una buena posición en el portillón. Le tocaba en las calles centrales. Ahora había que medirse con otros riders. En octavos entró tercero ajustado con el cuarto (“por un palmo no me quedé fuera”, decía), pero a partir de ahí llegó el show de Regino Hernández, el outsider

del equipo español a la sombra de Lucas Eguibar, esta vez fuera de combate por una caída en el primer vuelo. Durísimo. La lotería del snowboardc­ross es así (snowcrash se le llega a llamar), pero el andaluz había comprado muchísimos boletos para el éxito…

En cuartos arrasó, de nuevo haciendo honor a que es uno de los que mejor sale en la Copa del Mundo. Se desmarcó rápido y se libró de los problemas para entrar en solitario en primer lugar. Primera victoria. En semifinale­s, más de lo mismo, salida impecable y llegada en solitario. Candidato. Lo que parecía una medalla remota cogía cada vez más fuerza. Regino ya no era un outsider, era un más que firme candidato al podio… A entrar en el Olimpo de los Fernández-Ochoa. Tenía tacto en la tabla, fortuna y habilidad, quedaba por ver si aguantaría la presión en la final… Aguantó.

La cita decisiva estaba llena de perros viejos de la tabla. Los australian­os Hughes y Pullin, Baumgartne­r y, sobre todo Vaultier. Regino, por currículum, era el menos laureado, pero manejó la tabla con muchísimo oficio. Libró caídas y se quedó en un terceto de podio. Vaultier, Hughes y él. Así entrarían en meta, con el bronce para Hernández, que lloraba de emoción con la grada. Atrás quedan miles horas de viaje en Austria, Suiza, América… el tiempo en el que Israel Planas les enseñó a Lucas y a él a montar en tabla desde cero para colocarlos en la élite mundial. El año pasado, su entrenador falleció y Regino en el podio miró al cielo acordándos­e de Isra y a su amigo Ángel, fallecido hace tres años en Sierra Nevada sobre la tabla. Por él era el número VIII del casco. Eran sus terceros Juegos tras Sochi 2014 y Vancouver 2010, a los que llegó siendo un chaval con Javi Fernández. Ahora aquellos teenagers son los encargados de devolver al deporte español a un podio. Regino ha cumplido su parte del trato. Queda Superjavi.

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 ??  ?? GENIO CON LA TABLA. Regino Hernández celebra su medalla con la bandera de España: pura felicidad en la nieve.
GENIO CON LA TABLA. Regino Hernández celebra su medalla con la bandera de España: pura felicidad en la nieve.

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