AS (Baleares)

Un partido para Griezmann

Se reencuentr­a con el Athletic, su rival favorito en Liga

- PATRICIA CAZÓN

T odo empezó en el Athletic. Y no esto, su historia en el Atleti, aquel hat-trick en San Mamés, es todo, la completa, la del Griezmann futbolista. Está en su libro, Detrás de una sonrisa, un diario a corazón abierto. Se toca la persona. Desde aquel niño que en Macon se pasaba el colegio mirando por la ventana, soñando el recreo para reencontra­rse con el balón. Que idolatraba a Beckham y pedía fotos a Juninho. Que colecciona­ba noes.

Por bajito. Porque no, sin más explicació­n. Del Lyon, del Metz, del Montpellie­r. Fue en esta última vez cuando se cruzó con Eric Olhats: le pediría una galleta Petit ecolier, le dejaría la tarjeta de visita con aquella promesa: “Una semana de prueba con la Real Sociedad”.

“Difícil de olvidar mi primer partido: llegué justo para la final de un pequeño torneo. Apenas entré, marqué de cabeza, a la salida de un córner, el gol de la victoria”, escribe Grizi. El rival era el Athletic. El pequeño Antoine escucharía al fin esa palabra. Sí.

Hoy es grande, cada día más. Pasados los meses secos, noviembre, diciembre, abraza la racha buena: seis goles y tres asistencia­s en los últimos 10 partidos. Y un sacrificio brutal. Grizi arriba, Grizi atrás, Grizi en todo el campo.

Que el francés juega, que Costa regresa tras superar molestias de sóleo y que Oblak también porque pasó la gripe. Esas tres son las únicas certezas del once de Simeone hoy, el primero en el Wanda Metropolit­ano del rival que cerró el Calderón. Si el Cholo ayer no mostró cartas (Correa en banda o Gabi en el centro y en la banda Koke, si Filipe o Lucas), las de Ziganda son claras: no hay otras.

Las bajas de Aduriz y Raúl García, sus bastiones en ataque, sus líderes, obligan. Williams será el delantero centro, posición que aún le cuesta. Reforzados por la victoria en Moscú el jueves (1-3), siete años sin ganar en Madrid al Atleti y doce sin hacerlo a Simeone no animan. Ziganda no termina de encajar, pero Íñigo sí, y ha hecho olvidar a Laporte.

Íñigo Martínez creció con Griezmann en Zubieta. Allí donde Antoine ganó velocidad disparando primero contra un frontón, de los consejos de Carlos Bueno después. El chico tímido francés. Le gusta hablar de otra manera. Con los pies, con la pelota. A veces ternura, otras rabia, siempre, siempre compromiso. Lo aprendió de sus padres, Alain e Isabelle, allá en Macon, cuando sólo era un crío que soñaba balón.

Altas, bajas Vuelve Costa pero no estarán ni Raúl García ni Aduriz

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