AS (Baleares)

El VAR destroza a Husillos y confunde a Ordóñez

El de Astudillo ganó la final de 400 y después fue descalific­ado

- JUANMA BELLÓN

Óscar Husillos vivió el episodio más dramático de su carrera deportiva después ganar la final mundial de 400 con récord de Europa (44.92) y minutos después enterarse de su descalific­ación

tras la revisión de la carrera. Saúl Ordóñez fue bronce en 800 y plata por unos instantes.

O scar Husillos es de Astudillo, pero pareció un extraterre­stre de una galaxia desconocid­a, que sufrió un revés de dimensione­s más exageradas todavía. Ganó y fue descalific­ado. El palentino venció la final mundial de 400 metros bajo techo con una marca brutal de 44.92, récord de los campeonato­s, de Europa indoor (databa de 1988 de Thomas Schonlebe, alemán del Este), de España en pista cubierta y también al aire libre destruyend­o el crono de Cayetano Cornet (44.99). Lo que pasó es que el hito tenía un reverso malvado...

El drama vino minutos después cuando se anunció por la megafonía que había sido descalific­ado por el artículo 163.3 por invasión de calle. El VAR (el videoarbit­raje inminente en LaLiga) es una realidad en el atletismo y determinó, tras revisión de vídeo, que Husillos había pisado en la línea durante la primera curva. Y el segundo, el dominicano Luguelín Santos, también fue eliminado por el mismo motivo. La IAAF tiene instaladas cámaras en todas las curvas para determinar infraccion­es.

Un criterio riguroso de los jueces o un error que terminó dando el oro al checo Pavel Maslak, que había llegado tercero a meta. Cuando el eslavo recibía en el podio la medalla, la tragedia de Husillos no tenía remedio. Se quedaba sin oro y sin los 40.000 dólares de premio.

El atleta, que había celebrado con entusiasmo su gesta y se había fotografia­do con el marcador, se enteró de la mala noticia cuando estaba hablando en televisión. Visiblemen­te consternad­o, no quiso hacer declaracio­nes a la prensa en su paso por zona mixta. El normalment­e sonriente y e intrépido velocista de Astudillo estaba abatido por la decisión del jurado, que no admitió la reclamació­n de España. El Birmingham Arena silbaba.

El artículo 163.3 ya se había llevado por delante a varios atletas de 400 en estos Mundiales (todos los de una eliminator­ia fueron expulsados, algo inédito), entre ellos el granadino Bralon Taplin, uno de los favoritos a ganar la medalla de oro: 18 descalific­ados en lo que va de campeonato.

Menos amarga, pero más confusa, fue la medalla de bronce de Saúl Ordóñez. El berciano de 23 años y debutante en un gran campeonato, corrió con maestría la final de 800 dominando la cabeza y evitando problemas para entrar tercero a meta tras el polaco Kszczot y el estadounid­ense Windle, que había llegado a la plata tras varios encontrona­zos con rivales. El VAR de la IAAF volvió a actuar fallando en principio a favor del novel del Bierzo curtido en Valladolid. Windle era descalific­ado y Ordóñez era plata mundial y el británico Giles, bronce, para alegría del público. La felicidad era todavía mayor. “En 800 hay que correr con descaro”, decía Saúl, que todavía vería un giro más a su historia.

Windle y EE UU, como es lógico, pusieron una reclamació­n ante el jurado de apelación que esta vez sí determinó que el corredor americano tenía razón y le devolvió su plata. Ordóñez volvía al bronce. “Vi el vídeo con Kszczot y nos dimos cuenta que lo de Windle no era para tanto”, revelaba sincero Ordóñez, que vio en primera línea el drama de Óscar Husillos.

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Empujón de Windle (tras Ordóñez).

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