AS (Baleares)

ESTRENÓ ‘EL CLUB DE LOS BUENOS INFIELES’

-

Rafael Martínez (Alicante, 1975). Goya al mejor actor revelación por Tesis en 1996. Ha trabajado en más de treinta películas y con directores como Amenábar, Julio Médem y Pedro Almodóvar. Acaba de estrenar la película ‘El club de los buenos infieles’. durante todo este tiempo. Tengo compañeros que siendo grandes actores, están esperando que les llegue una oportunida­d que no les llega. Hay un gran porcentaje que están en el paro o tienen que dedicarse a otra cosa para ganarse la vida.

—¿Ha llegado a acabar harto de que todo el mundo le recuerde por Tesis?

—¡No, para nada! Le diré que ahora mismo estoy hablando aquí para el As gracias a la película Tesis. Estoy trabajando porque un señor llamado Alejandro Amenábar decidió hacerme una segunda prueba porque la primera que hice para la película fue un auténtico desastre.

—El éxito le llegó muy rápido, era usted muy joven.

—Todo empezó en el Mundial 94 y el famoso codazo de Tassotti. Estaba viendo el Mundial en la Playa de San Juan con los amigos y decidí venirme a Madrid a estudiar interpreta­ción. El verano siguiente ya estaba rodando Tesis. Fue increíble.

—Era un grupo de gente totalmente desconocid­a.

—Solamente Ana Torrent había hecho cosas de actriz. Eduardo Noriega estaba en tercero. Era todo muy irreal. La idea que yo tenía de un director de cine era un hombre mayor. Alejandro tenía 23 años y le veía como un chavalín. Pero de chavalín nada.

—Pero ese chavalín parece que controlaba.

—Era impresiona­nte. Ver rodar a Alejandro con 23 años era algo alucinante. No perdía la calma nunca, lo tenía súper claro. Lo veías hablar con los jefes de equipo y se les caían los huevos literalmen­te, por el peso que tenía este tío y lo claro que tenía todo. Te razonaba todo y te explicaba técnicamen­te cómo tenía que ser. Y de pronto la peli se estrena y se lleva siete Goyas, entre ellos el mío.

—Conseguir un Goya con 21 años, ¿Cómo marca?

—Es raro. Acabé de hacer Tesis, que la hicimos en cinco semanas y media, y volví a estudiar. Y tras los Goya volví a ir a clase y flipando con mis compañeros. Eso hizo que yo no fuera consciente de todo lo que suponía hasta dos años después.

—Y veinte años después, ¿lo valora de otra manera?

—Pienso que te puedes pasar la vida sin conseguir otro. Pero aquí estoy, trabajando. Para mí el premio es ese: trabajar. Creo que el mejor currículum para un actor es su último trabajo. Has podio hacer lo más grande pero si de pronto lo que haces no motiva a que la gente te llame estás perdido.

—Después de Amenábar, trabajó con Julio Médem y Pedro Almodóvar.

—Son tres formas de trabajar diferentes. Son tres genios. Alejandro por el absoluto control de lo que está haciendo. Sabe lo que quiere y técnicamen­te es perfecto. Julio es más onírico y Pedro es visceral. Los tres viven para lo que hacen, para rodar. Me siento muy afortunado.

—Dicen que es muy difícil trabajar con Pedro Almodóvar.

—No estoy de acuerdo. He trabajado con él en dos de sus películas. Fue maravillos­o. Era como un baile. El tío me iba dando notas y yo reaccionab­a. Me decía algo y yo le devolvía algo más. Era como un partido de ping pong entre dos coreanos en una mesa pequeña. Pedro te da todas las facilidade­s para que tú construyas tu personaje. Lo que necesites. Es la generosida­d pura y dura. Pero claro tú también le tienes que dar todo lo que tú tengas.

—¿Ha habido directores que le hayan sacado de quicio?

—Sí. Ver a alguien que está a por uvas me pone malo. Si un director me ordena algo me parece muy bien, pero quiero que me lo justifique. Cuando un director está a la postalita y no toma en serio mi trabajo entonces me cabreo. Funciono bien cuando hay buen ambiente a mi alrededor y sufro cuando hay tensiones en el rodaje.

—Con la perilla y el bigote tiene pinta de lateral izquierdo leñero. ¿Ha jugado al fútbol?

—Había un equipo en Alicante el Felipe Bergé al que fui a entrenar y duré dos días. Me parecía que al fútbol podía jugar en cualquier momento y en cualquier lugar pero estaba equivocado. Lo hacía tan mal que tuve claro que no era lo mío. Sin embargo, en el instituto fiché por un equipo de rugby, el Agra Bárbara que hoy es un equipazo.

—Le he oído decir que el rugby es más noble que el fútbol.

—Creo que si tuviera que apuntar a mi hijo en algún deporte le apuntaría a un equipo de rugby. Lo he experiment­ado en el Acra, jugando con chicos mayores y recuerdo que si protestaba­s te llamaban la atención. Es un juego duro pero en el que prima la caballeros­idad.

—¿Sigue tocando el bajo con su grupo ‘Las Ciruelas’?

—El grupo ha pasado por muchos nombres. Fuimos Ciruelas, luego La virgen líquida y ahora somos Súper sudadas, pero llevamos sin tocar mucho tiempo. Dos somos actores, otro se dedica a la hostelería y el cuarto es auxiliar de vuelo. Así que lo tenemos difícil para reunirnos y hacer un poco de ruido.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain