Cristiano vale por tres
España se sobrepuso a todos los contratiempos menos al acierto del madridista ● Garrafal error de De Gea ● Partidazo y doblete de Diego Costa
Hay éxitos levantados desde el esperpento. Y a eso aspiramos. Y hay partidos revocados desde el corazón. Y a eso llegamos en Sochi, donde Portugal puso a prueba la fortaleza mental del grupo de Hierro, veterano en casi todo y novato como técnico en un Mundial. La Selección se alzó dos veces desde la lona, demostrando mandíbula y carácter. Y unos centrocampistas fuera del alcance de los demás. A ellos se agarró con el viento en contra. A ellos y Diego Costa, que fue un nueve estupendo en el coro y también como buscavidas, su papel de tantas tardes en el Atlético. La Selección fue capaz de ensancharse en el partido, pero no ganó porque no tiene a Cristiano, cuyo peso vale por un equipo.
Lo de Suiza y Túnez no fueron dos ensayos, sino dos avisos. A Lopetegui, a Hierro y al grupo. En marzo se despidió una España triunfal y en junio regresó otra con dudas. Así entró La Roja en el Mundial, frente a una Portugal más adornada que en el pasado y con buen plan: evitar las pérdidas en campo propio, rearmarse en el centro del campo y enseñarle las garras a la contra a un rival que se maneja mal en la marcha atrás. A los tres minutos volvía la Selección a las crónicas marcianas de los últimos días con un penalti de Nacho a Cristiano, una de esas jugadas fronterizas de las que se inhibe el VAR. Existió contacto pero lo forzó el portugués. Un penalti para el debate, probablemente inexistente, que Cristiano no dejó pasar. Comenzó entonces un mal rato, un empacho de pelota sin meter el bisturí frente a un adversario sin omisiones atrás y terrorífico a la carrera. En una de aquellas estampidas Cristiano le regaló medio gol a Guedes. Un mal control fue el salvavidas nacional.
Portugal entregó el balón, para diferenciar pertenencia y eficiencia, y se dispuso a acomodarse en la falta de velocidad de circulación de la pelota de La Roja.
Y de pronto llegó el empate. Un gol a contraestilo de España y muy en el tipo de los de Diego Costa. Con el equipo atrás le llovió un balón largo. Lo disputó con Pepe, en un choque de las dos Coreas, y lo mandó al suelo de un manotazo