La rendición final de una generación frustrada
¿Vale la pena colarse en octavos?
L a selección de Argentina pudo haber asistido en Nizhny Novgorod a la función final de una generación de futbolistas que será difícil que se repita. Es verdad que aún queda un partido de la fase de grupos y que la clasificación para los octavos todavía es posible, pero la imagen ofrecida ante Croacia fue la de un ciclo acabado.
El lapidario 0-3 terminó siendo un reflejo cabal de cuatro años de gestión lastimosa, o mejor dicho, de falta de gestión. Pero también de una etapa final donde las dudas y la confusión estuvieron a la orden del día.
Sampaoli abandonó la cancha desencajado, a gritos, insultando a algunos integrantes del cuerpo técnico croata, fuera de sí. Era su manera de hacer catarsis, de expulsar la impotencia por el desenlace de un proceso al que nunca le encontró la vuelta. Era también la foto de un equipo eliminado, más allá del encuentro del próximo martes ante Nigeria.
En 13 partidos bajo la dirección de Sampaoli, Argentina nunca repitió un once titular, fueron probados casi medio centenar de futbolistas, se cambió varias veces de sistema y jamás se vislumbró una línea coherente de juego. El último ejemplo del caos ocurrió la noche del miércoles, cuando el técnico de Casilda se vio de algún modo forzado a confirmarles el equipo a los jugadores, ya que algunos de ellos, como Pavón, estaban convencidos de que iban a ser titulares, mientras escuchaban rumores de una alineación diferente.
Al técnico se le pueden achacar errores en la mayoría de sus decisiones. Desde apostar por Caballero en el arco, hasta el cambio de esquema de un partido a otro, para acabar jugando con un sistema improvisado y con hombres fuera de sus posiciones habituales. Pero también es necesario hablar de los futbolistas. Para empezar, de Messi, que durante los 90 minutos no dio una sola muestra de carácter para rebelarse ante la derrota. Y también de los referentes del grupo, incapaces de manejar el lastre anímico de las tres finales perdidas.
Con esa carga habían llegado a Rusia y en 180 minutos pudo comprobarse que no saben llevarla. El penalti fallado contra Islandia y el error de Caballero ante Croacia fueron las últimas piedras colgadas del cuello de un plantel que tiene a la frustración como compañera permanente de viaje.
Falta un partido. Argentina todavía puede colarse en los octavos, pero cabría preguntarse si realmente vale la pena. La generación más exitosa de las últimas décadas va a retirarse sin títulos, sin gloria. En una noche triste en Nizhny Novgorod firmó su rendición final.