Ya gana sin querer
Valverde batió a Sagan
Es su segunda victoria
Hoy, La Covatilla
La Vuelta a España 2018 necesita un gancho. Crearnos nuestros líderes y nuestros enemigos. Centrarnos en la pelea de Valverde contra Kwiatkowski, o de Quintana contra Yates… O convertir el futuro en presente con Enric Mas. La carrera nació tan abierta que aún no hemos encontrado referentes a los que agarrarnos. Y eso influye en que la Vuelta todavía no haya calado más allá de los fieles aficionados al ciclismo. Quizá empiece a hacerlo hoy, en La Covatilla, la primera gran subida.
La Vuelta está acogiendo los típicos ingredientes de la primera semana de las grandes. Sprints (Viviani y Bouhanni), caídas con consecuencias (Zakarin, Kwiatkowski…), abanicos con víctimas (Pinot, Majka…), averías inoportunas (Kelderman), alternancia en el rojo (Dennis, Kwiatkowski y Molard)… La única salvedad ha sido la escasez de abandonos: ayer se produjo el primero (Lammertink). La rareza es que la Vuelta ya había conseguido ser diferente a las otras. Esta semana inaugural se solventaba con trampas que generaban pocas diferencias, pero mucha expectación. Este año no la habido. Me refiero a la expectación, porque el pelotón sí ha sorteado trampas. Quizá no se han vendido bien. O quizá no hay un Contador, un Froome o un Purito para venderlas mejor... Aunque sí tenemos a Valverde. Incombustible y eterno.
Una de esas trampas estaba ayer en Almadén, una meta para clasicómanos, para los aspirantes al Mundial. En ese escenario, después de un castigo de 195 kilómetros bajo temperaturas en torno a los 40 grados, Valverde remontó al dueño de los últimos tres arcoíris, al poderoso Sagan. Además sumó 10 segundos de bonus y se sitúa a 37” de Molard. Como titulábamos ayer, Valverde es el líder virtual. Lleva dos victorias y es el favorito a vestirse de rojo en La Covatilla. Si necesitaban una razón para engancharse a la Vuelta, ya la tienen: Alejandro Valverde Belmonte, de 38 años, natural de Las Lumbreras (Murcia).
Valverde es tan bueno, que ganó la etapa sin querer. Eso explicó tras cruzar la meta con los brazos en Cristo, enfundado en su maillot verde de los puntos. Su director, José Luis Arrieta, le había explicado que la llegada era dura, que había que estar atentos por si se producían cortes. El murciano partió con el objetivo de no perder tiempo, sin intención de luchar la victoria. Pero una vez metido en faena, no lo dudó. García Cortina lanzó el sprint largo, con fuerza. Sagan se mantuvo a su rebufo, daba la impresión de que iba a remontarle cuando quisiera. Y cuando quiso, le remontó, sí. Pero se había cebado tanto con el asturiano, que ya no pudo parar el obús que se coló por su izquierda.
La fuga. Antes de que los lobos tensaran las orejas, hubo una escapada. Hay días que las fugas se saben condenadas, pero esta vez no fue así. El trío formado por Tiago Machado (Katusha), Héctor Sáez (Euskadi-Murias) y Jorge Cubero (Burgos BH) llegó a alcanzar una ventaja de 12:05 minutos, que encendió una luz de esperanza que se apagó a siete kilómetros. Sáez, natural de Caudete, llegaba a su comunidad de Castilla-La Mancha. Cubero, de Baena, cruzaba por su provincia de Córdoba. Sus respectivos equipos, que debutan en la Vuelta con una invitación, han respondido con arrojo en las ocho primeras etapas. Quizá hoy cambien los protagonistas. Por si acaso, vaya un aplauso por adelantado.