La etapa más calurosa: se alcanzaron los 41º
Un equipo pudo gastar ayer en la etapa 200 bidones
Un tema aparece en boca de todos los ciclistas desde que arrancó la Vuelta en Málaga: el asfixiante calor. Y ayer se vivió camino de Almadén la etapa más extrema de lo que se lleva de carrera: el pelotón tuvo que soportar temperaturas que llegaron a los 41 grados, como registró durante la jornada la moto de As. “Las sensaciones a estas temperaturas son malas, habrá alguien que lo lleve bien… pero yo desde luego no”, comenta Pello Bilbao, ciclista del Astana.
“Es muy recurrente meter hielo en una media y ponérselo en la nuca durante la carrera. En cuanto a ropa, los ciclistas llevan la más fina que tienen, hasta el punto de que deben darse protección solar por todo el cuerpo porque si no lo hacen pueden quemarse por el sol”, explica Josué Arán, asistente del Trek. Él es uno de los encargados en el equipo norteamericano de preparar el día anterior los bidones que servirán a los equipos para hidratarse. “Entre 180 y 200 para una jornada así, depende también del ritmo de carrera. Si se va más rápido, se bebe menos”, cuenta Arán. Las cuentas salen porque un corredor como el colombiano Miguel Ángel López se bebió “entre 15 y 20 bidones, el calor está siendo muy fuerte y deja el cuerpo agotado, está siendo duro”. Algunos ciclistas llegan a pedir que el masaje que reciben tras la carrera se le realice con hielos.
Crioterapia. En cuanto a la recuperación, las sesiones de crioterapia (a través de frío) se hacen más recurrentes. Los equipos preparan en el hotel bañeras llenas de hielo en las que se sumergen los corredores para recuperar. “Lo perfecto es, si el agua está a ocho grados, ocho minutos, si está a nueve, nueve”, explican los masajistas. Incluso hay equipos, como el Ag2r o el Quick Step por ejemplo, que cuentan con camiones con máquinas que regulan automáticamente la temperatura y los corredores realizan esas sesiones dentro.