AS (Baleares)

Esta sí es España

Una Selección artillera arrolló a Croacia ● Recital de Asensio y golazo de Isco ● Un cabezazo de Saúl abrió la fiesta ● Modric y Rakitic no existieron

- LUIS NIETO

L a España de Luis Enrique ha invertido los términos. Los goles anteceden al juego, la artillería hace el trabajo de la infantería. La munición sobre la ocupación. Una Selección que tira porque le toca hizo pedazos a Croacia, subcampeon­a en Rusia, con aire reivindica­tivo. De esta era sólo hemos visto dos cortos, pero los apuntes hablan de un grupo empeñado en demostrar que el Mundial dejó una foto equívoca, que el equipo no está donde le ha conducido el ránking FIFA.

Hizo furor, en tiempos, el centrocamp­ista llegador, suerte de medio hiperactiv­o con vocación de rematador de segunda instancia. Lo fueron, cada uno en su estilo, Luis Aragonés, Irureta, Bakero o Julen Guerrero. Lo es ahora Saúl, tragamilla­s a diario y goleador en sus ratos libres. Futbolista­s así valen para casi todo, pero especialme­nte para ofrecerle una salida al equipo cuando el ataque se ve atrapado en una red, lo que le sucedió de salida a España en Elche frente a Croacia.

Su cabezazo imponente, picado, en carrera, broche a un servicio de lujo de Carvajal con el exterior, fue el volantazo de un partido al que España hubo de quitarle alambradas. Porque la salida de Croacia fue un abordaje. Extendió su presión hasta el área grande de España, para atormentar a los centrales y a Busquets. Una decisión atrevida, una acampada sorprenden­te, frente a un equipo en formación que en Wembley se vio apurado en la defensa de los balones largos y en las contras. También en Elche. Antes de los primeros veinte minutos se acercaron al gol Rakitic, Santini y Perisic, especialme­nte los dos últimos, que llegaron hasta las barbas de De Gea.

Pero Luis Enrique, que cambió un jugador por línea, le ha quitado a esta Selección cierta retórica molesta y se ha rodeado de jugadores con gol. Sobraban en su once, en el que por cierto había seis madridista­s, prueba de que el recién llegado hace su trabajo limpio de fobias. Y con ellos no es preciso atracarse de posesión ni vomitar oportunida­des. Consiste en mejorar el acierto en cada llegada.

El gol de Saúl marcó el despegue y la izquierda de Asensio acabó por ser la guillotina de Croacia, abandonada por Modric y Rakitic, sus grandes activos. A banda cambiada, como Isco, lo que amplía el peligro desde fuera del área, el balear metió dos zapatazos descomunal­es. En el segundo ayudó la espalda suicida de Kalinic, que mandó a la red el rechace del larguero.

Esos dos tantos convirtier­on a Croacia en un pelele. Rodrigo, a pase de Ceballos, y Ramos, en cabezazo clásico en un córner, así lo certificar­on. Dio tiempo para todo. Para que lo paladease Elche de olé en olé, para que se recrease Isco en el sexto, para que el atlético Rodrigo saliese de maniobras por lo que pueda pasar en el futuro. España está a dos empates de la final a cuatro de Liga de Naciones, invento de entreguerr­as que puede devolverle reputación y medallas.

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