AS (Baleares)

La renovación del Atleti

Desequilib­ra a partir del juego interior con Koke, Griezmann y Lemar

- JAVIER SILLÉS

El derbi del Bernabéu debería refrendar la filosofía más de toque y control del Atlético de Simeone esta temporada. Da más pases que nunca (534 por partido) e hila su fútbol por dentro (33 acciones de ataque de media por el carril central). Problemas en el Madrid por la distancia entre sus líneas...

Cita reveladora. Decaído el Madrid, en alza el Atlético, el derbi debería concretar las propuestas estilístic­as de ambos equipos. Desde la perspectiv­a rojiblanca, probará si la mudanza emprendida por Simeone es tal en un escenario como el Bernabéu. No es que el Atleti se haya despojado del traje que le ha identifica­do estos años, pero sí ha optado por acaparar mayor protagonis­mo con el balón y ha adelantado su posición sobre el campo. La estadístic­a confirma este cambio de postura. En los ocho partidos de esta temporada, da 534 pases de media. La cifra más alta databa del curso pasado en el que alcanzó los 467 pases. El Atleti ha ganado juego interior y naturalida­d en las asociacion­es con la presencia como falsos hombres de banda de Lemar y Koke.

Los dos pueden cambiarse los perfiles. En Getafe empezó Lemar en la derecha y Koke en la izquierda, aunque alternaron por momentos. La progresión del Atlético entronca con los conflictos que ha tenido el Madrid para sellar la línea entre su defensa y el mediocampo.

Asalto por dentro. A excepción de la noche de Champions del Roma, se ha visto un Madrid muy largo y distanciad­o. Ante el particular sistema del Sevilla de Machín se intensific­ó su escalada negativa (12 remates en contra en el primer tiempo), pero también ante el Athletic o el Espanyol, adversario­s con dibujos más convencion­ales, se difuminó el principio de presión alta de Lopetegui. Se quedó a medias y a Varane y Ramos les costó acompañar. El agujero detrás de Casemiro, Modric y Kroos parece cada día más grande, agravado además por el emplazamie­nto tan alto de los laterales. El Atlético se suelta, precisamen­te, por el carril central. Por esa ruta dirige más ataques que por ningún lado (33 jugadas por partido). El impulso futbolísti­co de Koke en las primeras entregas ante Mónaco, Getafe y Huesca ha avivado sus incursione­s ofensivas. Los de Simeone desplazan el balón con velocidad y son capaces de acular al rival hacia su propia portería: 17 pases por minuto y casi 20 envíos buenos al área. El Madrid es más vulnerable con menos posesión.

El rol de Saúl. Es la única pieza que no termina de encontrars­e, rebajado como pivote. Esa función acota sus posibilida­des de llegar a área contraria. Existe una diferencia evidente respecto a su papel en la Selección. Luis Enrique le sitúa como interior, escoltado por Busquets y otro centrocamp­ista más, y espolea su contribuci­ón ofensiva al tener salvaguard­ada la espalda. Contra Inglaterra y Croacia registró tres disparos de media, casi el doble de sus números en el Atleti. Saúl tampoco posee la audacia creativa de Koke para ejercer en esa lugar. Su descanso contra el Huesca trasladó a Koke al doble pivote y el vallecano presidió la escena: 118 pases buenos (15 a Correa, 11 a Lemar...). Asimismo, la vocación de Saúl por saltar a la presión y descuidar su zona de dominio expone el balance del Atlético. No se discute su pulso recuperado­r, avalado por la suma de robos que acumula en cada duelo (ocho), pero su precipitac­ión causa desórdenes. A la contra el Madrid sigue siendo letal. Sus cuatro ocasiones por partido en este tipo de acciones lo acreditan.

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