AS (Baleares)

El Mundial se viste de Vuelta

- JUAN GUTIÉRREZ

Alejandro Valverde suma seis medallas en los Mundiales, dos de plata y cuatro de bronce, más que ningún otro ciclista español, pero le falta la gorda, esa de oro que otorga el derecho a enfundarse el maillot arcoíris durante un año. El murciano tiene hoy una nueva oportunida­d de completar la colección, en el recorrido mundialist­a más duro que haya cubierto nunca, y también el más exigente de lo que llevamos de siglo. El trazado de Innsbruck acumula un desnivel positivo de 4.670 metros. En un ranking facilitado por la UCI figura el décimo de la historia, pero hay que remontarse a Duitama en 1995 para encontrar uno superior: 5.460 metros. Abraham

Olano conquistó allí el primer oro de fondo en carretera para España, y Miguel Indurain le secundó con la plata. Por si sirve de inspiració­n. El principal motivo de este desnivel viene por la ascensión a Igls, un puerto de 7,9 km al 5,7% de media, con rampas del 10%, que se sube siete veces. En la última vuelta estará acompañado por una dificultad extraordin­aria: los 2,8 km al 11,5% del Muro de Gramartbod­en, con un despiadado rampón del 28% que se corona a 8 kilómetros de la meta. Este terrorífic­o tramo recuerda a los muros que ha populariza­do la Vuelta

a España en los últimos años. La fórmula tiene detractore­s, pero es indudable que eleva el espectácul­o y el interés... Y ha creado escuela. De la Vuelta proceden algunos de los grandes favoritos. Suena mucho Vincenzo Nibali. También la ha corrido el líder español, con demasiada intensidad para el gusto del selecciona­dor, Javier Mínguez... Pero

Valverde no sabe hacerlo de otra manera.

“UN DESPIADADO

RAMPÓN DEL 28%

QUE SE CORONA A

8 KM DE LA META”

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