AS (Baleares)

Luis Enrique no perdona una traición

- JUAN JIMÉNEZ

Para quien se haga cruces viendo la ausencia de Jordi Alba pese a un inicio de temporada en el que suma cinco asistencia­s y un gol en 10 partidos con el plus del hat-trick de asistencia­s de

Wembley, habría que recordarle el origen de todo. El 8 de marzo de 2017, y a la desesperad­a después del sonrojante 4-0 de París, Luis Enrique se inventó un once kamikaze en el Camp Nou que firmó la mayor remontada de la historia de la Champions. Aquella gesta del 6-1 al PSG tuvo un efecto colateral. Luis Enrique jugó con un falso 3-4-3 en el que dejó la defensa en manos de Mascherano, Piqué y Umtiti. En aquella alineación no estaba Alba. Luis Enrique, en uno de sus peores errores en el Barça, insistió con un sistema cuyo éxito fue la singularid­ad de ese momento, pero que no era un buen plan de futuro.

Alba fue entrando y saliendo del equipo y, de hecho, le dio a Messi la asistencia del 2-3 en el triunfo del Barça en el Clásico del Bernabéu el día de Sant Jordi. Pero ya andaba ciego y no se quedó tranquilo hasta que explotó y dejó en evidencia al asturiano. Fue después de jugar un partido con España. Allí, y ya sabiendo que Luis Enrique no seguiría en Can Barça, se felicitó por su buena relación con Lopetegui y le atizó así: “Se agradecen entrenador­es que vayan de cara”. Luis Enrique, que se tiene como un tipo que va de frente, nunca perdonó aquello. Alba insistió en sus críticas (“con Valverde me irá mejor que con Luis Enrique”), pero ninguna como esa en la que puso en duda la honestidad de su extécnico. En el fútbol se ve de todo, pero es muy difícil que Luis Enrique perdone esa traición.

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