Ekambi y Fornals fumigan los fantasmas de Vila-real
Dan la primera victoria local a Calleja ante un Rapid en ruinas
H a costado. Pero llegó. El Villarreal por fin ganó en casa, cinco meses después, pese a unos primeros veinticinco minutos en los que repitió ese temblor con el estoque que le había condenado. Fornals, en un estado de forma imponente, y Ekambi (doblete), tras varios fallos y pitidos, encarrilaron un encuentro que sentenciaron Raba y Gerard y que pudo acabar en una goleada de leyenda. El Rapid es noveno de doce en Austria. Y con motivos: su defensa es de plastilina, con más centrales de los que caben (5-3-2), su medio campo corre más que piensa y su ataque, donde hay brotes verdes, vive en una isla.
El Villarreal pareció más reconocible. Los centrales recuperaron la solidez, en medio campo por fin hay especialistas sanos (Cáseres) y no parches (Funes Mori), los pilares (Trigueros) enseñan otra marcha más y, lo más importante, se ha recuperado el viejo vicio de correr al espacio y de no pedirla sólo al pie. Los dos primeros tantos surgieron de la sociedad Fornals-Ekambi. En el primero (26’), el camerunés asistió al mediapunta después de verse con torpeza en un callejón sin salida. Cuatro minutos después, Fornals le devolvió el regalo. El tercero llegó en un centro de Llambrich que cabeceó Ekambi. El Rapid daba las gracias por que llegara el descanso. Necesitaba agua, aire y una metamorfosis.
El segundo tiempo fue lo esperado. Con el triunfo del Villarreal fuera de toda duda, los jugadores de Calleja comenzaron a dosificarse. La Liga aprieta. Ekambi fue de los pocos que no lo hizo: facilitó el cuarto tanto a Raba y participó en el quinto de Gerard, otro resucitado. Mientras, el Rapid prefirió soltarse y aprovechar el escaparate sin suerte. Si su nuevo técnico, Kühbauer, arañó un empate en este estadio como jugador de la Real (1998), sus pupilos únicamente se llevaron camisetas. Al que le tocara la de Fornals, que la guarde con mimo. Dentro de poco será oro.