La falta de pegada hace del Villarreal un líder inestable
Volvió a fallar demasiado ante el Rapid y acabó sufriendo
L a fata de pegada está matando al Villarreal. Sus partidos son todos similares. La secuencia nunca falla: manda, llega, avasalla, perdona, duda, tiembla y, al final, lo paga. En Viena fue más de lo mismo, por lo que aunque manda en su grupo, ha logrado que sus tres perseguidores le soplen en la nuca. La clasificación a dieciseisavos sigue en cuarentena y el temblor de piernas aparece como nunca. Todos los goles que le hizo al Rapid hace 15 días (5-0) fueron los que se le escaparon esta vez. El empate, al descanso, pareció la mayor de las injusticias. Sin embargo, analizando el desplome posterior, no es para lamentarse.
El Villarreal fue un equipo tremendamente serio en el primer tiempo. El muerto pareció estar muy vivo. Los únicos que siguieron dejando dudas fueron Raba, Layún y Sansone, a los que la condena perpetua al banquillo les ha hecho olvidar su papel de revelación, fichaje rutilante y goleador, respectivamente. Con un ritmo alto y a base de continuas llegadas, Pedraza, Cáseres y Sansone pudieron marcar. El Rapid, equipo largo, separado y descoordinado en la presión, también tuvo alguna ocasión bien resuelta por Andrés. Pero lo suyo fue más un aprovechamiento del error ajeno que fruto de la creación. Parece mentira que este Rapid tenga 32 ligas.
El Villarreal compareció con la caraja tras el descanso. Necesita victorias con urgencia. Por la clasificación. Pero también por la moral. Y con tanta intermitencia hace difícil la reacción. Pavlovic estuvo a punto de retratar a Víctor Ruiz. El balón fue demasiado tiempo del Rapid y el Villarreal comenzó a angustiarse. Era un Submarino grisáceo. Kühbauer y Calleja menearon el árbol en busca de inspiración, pero no encontraron soluciones. Entre otras cosas debido a que Rapid y Villarreal son la sombra de lo que fueron. Gerard la tuvo en el último minuto a bocajarro, pero su pegada actual es la que es.