AS (Baleares)

Alejandro Valverde "Me gusta vacilar de mi arcoíris con la grupeta"

- J. A. EZQUERRO

Alejandro Valverde (Las Lumbreras, 38 años) considera el Mundial de Inssbruck “el colofón” a su trayectori­a. Una carrera que ha gestionado “con pasión”, que parece aproximars­e a su fin tras Tokio 2020 y en la que echa de menos una medalla olímpica. En estas líneas la repasa con As.

Ya lleva unas cuantas pruebas como campeón del mundo. ¿Cómo se siente?

—Fenomenal, muy contento y muy honrado de portar el maillot arcoíris. Aunque nada se puede comparar a la explosión de felicidad que noté cuando crucé la línea de meta de Innsbruck. Ese grito y ese abrazo con Escámez (Juan Carlos, su amigo, masajista y confidente). Ufff, se pone la piel de gallina al recordarlo. Eso sí, no me veo diferente excepto por haber logrado ese ansiado título. Continúo igual, con las mismas ganas de entrenarme, de competir y de vencer.

—¿Se respeta más a un oro mundialist­a dentro del pelotón?

—Sí. Nunca me quejé del trato recibido anteriorme­nte, siempre se me respetó, pero sí que se ha acercado más gente a felicitarm­e, y los saludos siguieron en Mallorca y Valencia, las primeras citas de 2019. Sobre la vigilancia, imagino que no cambiará. Me marcaban mucho antes y me controlará­n mucho ahora.

—Cuando se enfunda el maillot, ¿es consciente de tanta magnitud? ¿Le impone a usted y supone más presión, o impone a los rivales y se convierte en un plus de confianza? —A estas alturas de mi trayectori­a deportiva existen pocas cosas que me pongan nervioso. Diría ambas cosas, ya que conozco la responsabi­lidad que conlleva vestir de arcoíris y sí que me ha dado tiempo a comprobar que los adversario­s te miran diferente, como si fueras más temible, aunque no me siento más fuerte. Las piernas son las que son.

—Después de toda una carrera a la caza del Mundial, con otras dos platas y cuatro bronces, ¿luce bien lo que refleja el espejo?

—Me queda bien, ¿no? Creo que encajo cojonudo. Tras seis medallas en las que acaricié el título, el oro de Austria le pone la guinda a mi palmarés. Alcancé el colofón a mi vida como corredor profesiona­l.

—¿Saben sus hijos lo que ha conseguido su padre?

—Los mellizos (Alejandro e Iván) sí que se dan cuenta de lo que hago y lo que representa esta prenda, ¡y encantados! Pablo, que ya tiene nueve años, también. Viaja de vez en cuando a mis competicio­nes. La nena, Natalia, es aún muy pequeña.

—¿Le gustaría que se dedicaran a su deporte?

—Sí, ¿por qué no? Pero prefiero que decidan ellos lo que les motiva, lo que les hace felices. De momento juegan al fútbol, y se desempeñan bastante bien. En alguna les he frenado, porque se emocionan con la bici. No les fuerzo. Que estudien, que saquen buenas notas y se verá por dónde salen.

—¿Cómo se preocupa de su educación con tantísimos días fuera de casa?

—Toda mi vida ha sido así. Procuro permanecer lo más pendiente posible y me apoyo mucho en Natalia (su esposa). Al final, la familia conoce mis circunstan­cias laborales. Se trata del trabajo, y simplement­e hay que intentar cumplir en el hogar y con el Movistar.

—¿Qué desea inculcarle­s?

—Por encima de todo, disciplina. Que conozcan el valor de las cosas, que sepan que cuesta un sacrificio lograrlas. Y que se cuiden, que lleven un ritmo saludable con estudios y actividade­s deportivas.

—Camino de los 39 años (el 25 de abril), usted es un espartano.

Carrera "Quizá me falten los Juegos, pero estoy contento con

lo logrado"

Retirada "Lo dejaré tras Tokio 2020, pero

no sé si seguiré en

2021"

Pasado

"No valoro la Operación Puerto, esa parte de mi trayectori­a quedó atrás"

—Siempre. Así he prolongado mi trayectori­a hasta aquí. —¿Se plantea continuar más allá de los 40, como Chris Horner? —Ufff. Horner quizá no llegó tan machacado para conquistar la Vuelta a los 42. No me fijo esa longevidad. Acumulo mucha tralla en el cuerpo. —Sí que ha afirmado en varias ocasiones que pretende retirarse superados los 40, tras los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. —Sí. No sé si duraré mucho más. Tampoco sé cuándo lo dejaré, la fecha exacta. No me bajaré de la bicicleta en Tokio, eso seguro. Se comprobará a medida que toque despedirse.

— ¿Descarta 2021?

—Quizá, no lo sé.

—¿De qué manera se motiva para seguir en forma o rodar con mal tiempo con su palmarés y su edad?

—No me cuesta. No me supone ningún esfuerzo salir a entrenarme. Me encanta ir con la grupeta, y más vacilar con el maillot arcoíris. Echar un café, charlar, bromear. Evidenteme­nte, no apetece en determinad­os momentos, aunque enseguida se pasa.

—Si vuelve la vista atrás, ¿cómo valora la sanción de dos años por la Operación Puerto?

—La valoro de la manera en la que no voy a valorarla.

—Entiendo que no quiera hablar, pero al tratarse de una entrevista como campeón del mundo y sobre su carrera, se debe preguntar.

—Forma parte del pasado, eso quedó atrás.

—Y si mira hacia adelante, ¿qué le falta por ganar?

—Probableme­nte, los Juegos. No corro para engordar el currículum, sino para disfrutar y hacer disfrutar, para otorgarle triunfos al equipo. —En las Ardenas, su coto de caza favorito, le queda la espinita de la Amstel Gold Race. Acumula cinco Flechas, récord, y cuatro Liejas, a una de Eddy Merckx. En el global del tríptico también le saca una victoria: diez a nueve. —No me quita el sueño. Si conquisto mi primera Amstel, bienvenido. Si empato con Merckx en la Lieja y en el total, bienvenido. Acudiré con la máxima ambición y la mejor preparació­n, como en cada campaña. Ojalá salga bien y venza en alguna. —Si se hubiera centrado más en las clásicas y menos en el Tour…

—No se puede cambiar lo que se ha hecho. Los calendario­s se diseñaron así, y sí me funcionaro­n. Tengo más medallas que nadie en los Mundiales, gané el de 2018 y la Vuelta de 2009, más las etapas y los podios en las tres grandes. No me quejo, desde luego.

—¿Se considera suficiente­mente apreciado en España?

—Sí. Con mis éxitos y mis fallos, parece que caigo bien al público y los medios han cubierto lo que he logrado. No todos podemos aspirar al Tour o a determinad­as pruebas, ni gozamos de algunas caracterís­ticas que nos encantaría­n. Procuro comportarm­e con educación.

—Usted es muy extroverti­do.

—Una persona normal, sencilla. Pienso que he conseguido muchas cosas buenas, y con cercanía, naturalida­d y una sonrisa vas más feliz por la vida.

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