El Sporting examina la estabilidad del resucitado
El Villarreal rotará tras el 0-1 al jugársela en el Wanda
Se confirma la intuición. Al Villarreal ya no le estorban los jueves. Fue en la Europa League donde encontró hace una semana el camino hacia la salvación y es en esta misma competición, tras ganar al Sevilla en Liga, donde puede encontrar una racha antes desconocida que le catapulte a un nuevo estado de felicidad. Si hace bueno su gran resultado de Lisboa (0-1, latigazo de Pedraza) daría continuidad a sus cuatro partidos sin perder, en los que ha ganado en dos de ellos y en los que lleva tres sin encajar. Unos números nada malos para estar en descenso.
La historia, y no sólo la moral, está de su parte. Es cierto que el Submarino ganó y perdió tres eliminatorias de dieciseisavos, pero se clasificó en cada una de esas siete ocasiones en las que ganó la ida a domicilio. Esta vez, para alcanzar los octavos, Calleja dará continuidad a un dibujo que ha escondido los defectos y ha reforzado los lazos en defensa. Mario podría entrar como central y el bloque de hace siete días, con suplentes ilustres como Fuego, Trigueros o Chukwueze, volverán. La final es el domingo en el Wanda.
La historia precisamente es la que exige a un Sporting que no acaba de desprenderse de su crisis. Ha ganado tres de sus seis eliminatorias en esta ronda, aunque solamente en una de once perdió la ida en casa y después remontó. Fue ante el Brondby en 2011. Sin Mathieu, su líder atrás, con Acuña sancionado y con Nani traspasado, el peso recae en Coates, Fernandes y Bas Dost y quizás en un cambio a la moda del 3-5-2. El Villarreal no debería fiarse. Una cosa es levantar el vuelo y otra diferente sería estar en las nubes.