Hubert: parte de una generación brillante
Coetáneo de Gasly, Ocon y Leclerc, ganó la GP3 en 2018 y había vencido en Mónaco como ‘rookie’ en la F2. Renault le tutelaba
Silencio en el paddock de Spa, paseos a ninguna parte de los pilotos, que pocas veces salen del hospitality, pero en la tarde del sábado no querían encerrarse en los suyos. Tristeza infinita entre los vecinos del planeta de las carreras. Cruzaba Lewis Hamilton, junto a su entrenadora, desencajado y abrazado instantes antes de recordar que “los pilotos son héroes, que nadie olvide el riesgo que hay en ello”. Lloraba al principio Pierre Gasly, que charló durante un cuarto de hora y se abrazó después con Christian Horner el día que Eau Rouge consumó otra tragedia. Anthoine Hubert, de 22 años y nacido en Lyon, tenía la misma edad que el francés de Toro Rosso o Esteban Ocon y uno más que Charles Leclerc, el último eslabón de una generación de oro francesa, y monegasca. Su carrera, aunque despegase
más tarde que la de los compañeros de quinta, no era menos exitosa. Ganó el año pasado la GP3 y promocionó a la Fórmula 2 esta temporada tutelado por Renault, integrado en su academia de pilotos. Sumaba dos victorias esta temporada, ambas de tronío: en casa, en Paul Ricard, y en la madre de todos los circuitos, Mónaco. Brilló antes triunfando en la F4 francesa (2013), dando los pasos necesarios por la Fórmula Renault.
Leclerc, serio; Albon, ausente; Verstappen, molesto cuando le introducían el micrófono, que apartó al instante con un movimiento de su mano. Los más jóvenes de la F1, trágicamente identificados con uno de los suyos que salió a competir por el mismo asfalto que ellos sin saber que no volvería a hacerlo más. Se cancelaron ruedas de prensa, como la que había preparado Mercedes conjuntamente con Renault para compartir la situación de Ocon de la mano de Wolff y Abiteboul. Cruzaba abstraído Jacques Villeneuve, campeón de 1997, hijo de una leyenda que también cayó.
Pero los rostros más fríos estaban en el viejo paddock de Radillon, donde a lo lejos se aprecia la grandeza de Eau Rouge: tras los garajes de la Fórmula 2. Por allí preguntaban los pilotos, jefes de equipo, la Prensa. “No sé nada”, respondía un mecánico del Sauber Junior Team, escuadra de Correa. No había movimiento tras el camión de BWT Arden, la escudería de Hubert y Calderón. Hasta que se hizo el silencio.
Tristeza El silencio y los paseos a ninguna parte llenaron el paddock