Un Ford Focus que honra a su estirpe
La cuarta generación del popular compacto supone un significativo paso adelante respecto a su predecesor, especialmente en tecnología y asistentes a la conducción
En pocas ocasiones puedo tener un criterio de comparación entre dos evoluciones de un modelo como en este caso. Mi coche personal es un Ford Focus de tercera generación, así que me ha resultado sencillo comprobar la mejora significativa que experimenta la cuarta.
El nuevo Focus es un coche redefinido por completo, aunque mantiene algunos de los rasgos esenciales que caracterizan a esta exitosa saga. El más destacable, en mi opinión, es la solvencia de su plataforma, que sin tener aspiraciones deportivas (al menos en la mayoría de las versiones) sí que consiente una conducción bastante dinámica y gratificante.
El diseño cambia de forma apreciable, es más moderno y atractivo en las tres carrocerías disponibles: berlina, la familiar Sportbreak y la Active de inspiración SUV. Crece ligeramente en sus dimensiones, lo que se traduce en una mayor habitabilidad en cualquiera de sus plazas y en un maletero también más grande.
Sin embargo, en lo que deslumbra este moderno Focus es en su equipamiento de confort, conectividad y asistentes a la conducción. Ofrece elementos hasta hace poco impensables en coches de su segmento e incluso en la actualidad no demasiado frecuentes, ni siquiera en rivales de marcas con un posicionamiento en el mercado teóricamente superior. Sería largo citar la lista de todos estos sistemas, pero como ejemplos destacables se pueden mencionar el programador de velocidad activo, el sistema de aparcamiento automático, el mantenimiento del carril, la lectura de señales de tráfico...
La oferta mecánica apuesta por la eficiencia, que en los gasolina lleva el sello EcoBoost. Propulsores de pequeña cilindrada pero que, gracias a la utilización del turbo, ofrecen potencias tan convincentes como los 150 CV de la variante que nos ocupa. Son suficientes para obtener unas prestaciones satisfactorias, mientras que los consumos en una utilización convencional se mueven en rangos bastante ajustados. Es el complemento ideal para un chasis de gran nobleza, con suspensiones bien reguladas y un tacto de dirección muy preciso.