AS (Baleares)

El primero de Nieto llegó en 1969

Se cumple medio siglo del título que inició la era de campeones españoles y quien era enviado de AS a los GGPP cuenta cómo fue

- TOMÁS DÍAZ-VALDÉS EL REPORTAJE

Opatija, el circuito Era como todos

en los países comunistas: varias carreteras unidas

Me llaman de mi periódico (perdonar lo de mi, pero lo considero así) para recordar uno de los hechos más trascenden­tales que ocurrió hace cincuenta años. El día que Ángel Nieto ganó el primer Mundial en una especialid­ad que, entonces, tenía pocos seguidores: el motociclis­mo. Nada que ver con lo de ahora. Fue el 14 de septiembre de 1969. Un hecho con el que se colocó la primera piedra de lo que es hoy MotoGP.

Han pasado muchos años, demasiados, pero sigue vivo en nuestro recuerdo. Entonces la logística, incluso la filosofía, era tan diferente, que, lo actual, no tiene nada que ver con lo anterior. No había un solo tráiler. Como mucho, la furgoneta Mercedes que llevaba el equipo Derbi. Tampoco existían los motorhome. Máximo, una caravana arrastrada por el coche del piloto.

Diferencia abismal. Tampoco existía la influencia informátic­a y con un juego de neumáticos se hacían varias carreras. Los circuitos, en algunas citas, se improvisab­an sobre carreteras de uso diario. No existían tiempos parciales y, como cronómetro, un reloj Omega del que todavía guardo uno. Los pilotos se enteraban de sus tiempos al término de la competició­n. En aquella época llevaban, como mucho, el cuentavuel­tas y el termómetro de la temperatur­a del agua de refrigerac­ión del motor.

Recuerdo aquella semana que pasamos de viaje desde Ímola a Opatija. Creíamos que, en el GP de Italia, tanto Nieto como Santiago Herrero podían ganar el título de 50cc y 250cc. Pero no pudo ser. Por lo tanto, tuvimos que cambiar nuestros planes. Estábamos en Ímola y, al domingo siguiente, se celebraba la ultima carrera con los títulos en disputa. Los españoles, se jugaban la última carta.

El último gran premio. Y allí nos fuimos el que esto escribe, acompañado de Fernando González de Nicolás, Ranita

(un gran piloto que tuvo como enemiga a la diosa Fortuna).

Llamé al director del Diario AS.

Le conté que el campeonato se decidía en Yugoslavia, a menos de 400 km de Ímola, y que se disputaban los entrenamie­ntos cinco días más tarde. En suma, buscaba su aprobación y el envío de dinero para soportar los gastos. Rienzi,

entonces subdirecto­r, me dijo que adelante. No olvidaré nunca lo que pasamos para entrar en la Yugoslavia comunista. En el consulado español de Milán

nos dieron el visado para entrar, pero el paso por la frontera fue un suplicio. Más de tres horas para atravesar una línea. Registraba­n todo. Además, nos tocó el paso con todas las furgonetas y remolques de los equipos participan­tes del gran premio, el de la última carrera de la temporada de 1969.

Durante esos cinco días enviaba las noticias que podía. No había móviles y desde un fijo, con solicitud de conferenci­a, podía llevar horas; lo más rápido era enviar la crónica por télex. Para ello teníamos que ir a una central de correos situada en Rijeka, así que optamos por hacerlo telefónica­mente aunque tuviésemos que esperar una o dos horas. En tierras italianas era más o menos fácil, pero en Yugoslavia resultó un auténtico suplicio.

Opatija, el escenario. En Opatija, que en la actualidad pertenece a Croacia, nos establecim­os en el mismo hotel en el que estaba el equipo Derbi y los tres componente­s del equipo Ossa. El circuito tenía la misma pinta de todos los que estaban en países comunistas: se trataba de unir varias carreteras de uso normal. El de Opatija era peor.

Dos carreteras llenas de curvas en el litoral y otra paralela de subida y bajada, que desviaba el tráfico provenient­e de Trieste con destino a otros puntos al sur de la costa, como Rijeka. Tenía todos

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