Otra maravilla de Williams
El bilbaíno marca tras un carrerón pero el Athletic sólo pudo empatar
Williams le gusta que le llamen la pantera. O gacela tal vez podrían bautizar a este cohete que al espacio corre como Bolt. Es un disparo, un extraterrestre desencadenado imposible de contener por futbolistas terrestres. En el minuto 33, tras un pase largo de Unai López, se escuchó una estampida. Una explosión. Arreó desde un metro más allá del medio campo. Salió airoso tras el braceo con Olivas. Chocó con Salisu y siguió con la portería clavada en su mirada. Hizo a caer al meta Masip con su culebreo, y pegó un recorte maradoniano que dejó sentado a Salisu. Marcó y la Catedral se vino abajo. Su gol no tuvo el rendimiento de los tres puntos porque el Valladolid dio un paso al frente en el segundo tiempo y un cambio de Garitano metiendo a Beñat desestructuró la sólida apariencia del conjunto rojiblanco.
Sergio esperaba una manada de bisontes de inicio, una estampa ya clásica del Athletic en su campo en la etapa de Garitano. Su equipo capeó el temporal como pudo. Le llegaban por las afueras y con muchos remates en centros al medio. Williams hasta se permitía tacones para terceras jugadas. El primer cuarto de hora dibujaba un partido entretenido, con un equipo inclinando el campo hacia la meta de Masip y otro agazapado que mostraba sus garras a cuentagotas. El portero blanquivioleta hizo un paradón a tiro de Raúl García, después de que Guardiola regalase a Muniain un balón que este hizo profundo. Acto seguido, Yeray, tarde de pesadilla, calibró mal un balón aéreo y dejó servida una ocasión clara para Unal, que taponó Unai Simón en una acción al nivel de la anterior de su homólogo. Maquilló algo la pifia que protagonizó más tarde, la que arrebató dos puntos a su equipo.
El gol de Williams era pura justicia por lo que se vio en la media hora inicial. El Athletic lo tenía en su almacén pero le dio por esperar acontecimientos. El Valladolid fue ganando respeto, tuvo más ambición, y dio un par de avisos. Garitano movió entonces sus piezas de forma fatídica. Metió a Beñat y desestructuró todo el sistema. Unai López se fue a la banda izquierda, Muniain, a la derecha y Dani García manejó el equipo por dentro con Beñat.
Raúl y Williams esperaron noticias arriba en el 4-4-2. Una cantada sonora de Unai Simón, al que se le escapó un balón sencillo, provocó el empate. El cuero dio en el hombro de su compañero Iñigo Martínez y se coló en la cazuela. Como el choque se decidía por fallos clamorosos, Olivas se sumó a la retahíla y regaló un balón a Muniain, que imitó a su brother Williams y lanzó una carrera con recorte final, pero le frustró Masip. Cuarto partido sin ganar del Athletic y sin perder del Valladolid.
Empate Un error de Unai Simón propició el autogol de Íñigo Martínez