La trituradora sudafricana frena la ilusión de Japón
Los Springboks eliminaron a los anfitriones en cuartos
El cuento de hadas de Japón en su Mundial llegó a su fin ayer en Tokio. Allí le aguó la fiesta Sudáfrica, que impuso su peso específico (3-26) y se citó en semifinales con Gales.
Los Springboks liquidaron a los anfitriones con sus armas de siempre. Ensuciando la conquista y poniendo una presión asfixiante en la defensa. El rugby supersónico de los asiáticos no apareció. Matsushima y Fukuoka, puñales en las alas todo el torneo, no tuvieron balón.
Se adelantaron pronto los Bokkes con Mapimpi en un despiste japonés a la salida de una melé. Hombre del partido, el 9 de Sale Sharks fue una brújula para su equipo y un incordio para Japón.
Al descanso, 3-5, el partido ya era lo que quería Sudáfrica. Y en la segunda parte el engranaje funcionó perfecto, con la delantera abasteciendo de golpes a un Pollard que los fue pasando todos hasta el 3-14 que lucía a quince minutos del final, cuando Marx abandonó un maul arrollador y cedió a De Klerk para que liquidara el partido. Mapimpi, de nuevo en el 70’, firmó el epílogo de unos Cherry Blossoms que, como decía estos días Bill Beaumont, “han conquistado mentes y corazones por todo el mundo”. Son un soplo de aire fresco que el rugby no se puede permitir perder.
Champagne estéril. En Oita, Francia se encontró a sí misma cuando nadie la esperaba. El Gallo dominó a Gales y, por momentos, reavivó la llama del rugby champagne, pero acabó suicidándose (20-19) con una expulsión de Vahaamahina en el 49’ por un codazo criminal a Wainwright en un maul, y una pérdida de Ollivon en una melé que acabó en el ensayo definitivo de Moriarty en el 75’.