La guerra con los kurdos es sólo un rumor lejano en Estambul
■ El fútbol suele camuflar tensiones como ningún otro método o sistema puede. Estos días, en Estambul sólo se habla de fútbol. De la presencia del Real Madrid, de la crisis del Galatasaray, de las elecciones presidenciales en el Besiktas... Pero Turquía está en pleno conflicto con los kurdos. O como dice el gobierno de Erdogan para no soliviantar a Occidente, “contra las facciones terroristas PKK-YPG”. Se trata de las milicias kurdas que se encuentran en la frontera con Siria. Una contienda que ha hecho intervenir a Donald Trump y ha salpicado, de rebote, al deporte. Francia ha sido uno de los países más críticos con Turquía. En el enfrentamiento futbolístico entre ambos países durante el último parón FIFA, un polémico gesto de la selección otomana (al marcar Ayhan los futbolistas turcos lo celebraron con un saludo militar en homenaje a su ejército) generó incluso un conato de conflicto diplomático.
En Alemania, el St Pauli, club abiertamente antimilitarista, despidió de manera fulminante a su futbolista turco Cenk Sahin por apoyar desde sus redes sociales la intervención contra los kurdos. Los propios socios de la popular entidad de Hamburgo habían pedido que se le expulsase...
Sin ruido. En Estambul, cada vez que sale el tema a colación se tranquiliza a los periodistas extranjeros de cara al partido. “No hay nada que temer”, se insiste. Se alude a la distancia con la frontera siria (1.040 kilómetros) y al alto al fuego pactado (aunque no del todo respetado) por ambos bandos. Hoy, en Turquía los ojos estarán sólo en el Galatasaray-Madrid.