Braithwaite dispara la fe en el debut de Cembranos
El Mallorca sigue sin puntuar cuando juega a domicilio
EI Leganés exhumó su orgullo del sarcófago en el que se sentía enterrado vivo para demostrar que cree en el milagro de la salvación. Primer triunfo de la temporada, primer partido sin encajar y primer duelo de Luis Cembranos, técnico interino aún a prueba que acumuló méritos para, cuanto menos, seguir hasta el Bernabéu.
Los pepineros ponen fin a una racha de once duelos ligueros sin vencer contra un Mallorca que no sabe lo que es puntuar lejos de las islas.
Cembranos se estrenó a puerta gayola. Dejó fuera de la lista a En Nesyri y Omeruo y dio un revolcón al sistema con un 4-3-3 mentiroso. Porque aquello fue más un 4-1-4-1 defensivo con Rivera como eje absoluto.
Todo rotó en torno a este asturiano, minero sin casco y con un pico en cada pierna. Convirtió en diamantes a la contra el carbón de cada robo. Su debut aportó toneladas de temple ante un enemigo que raptó el balón, pero acabó con síndrome de Estocolmo a la inversa. Tanto quería la bola, que nadie la golpeaba. Ni para despejar ni para rematar. Sólo tuvo una ocasión (Rodríguez, en el 9’) antes de que el Leganés se adelantara en su primer tiro. Braithwaite cazó al segundo palo un buen centro de Rosales que no remató Carrillo (31’). Rugió el danés y tronó Butarque en un suspiro eterno de alivio. Era la segunda vez que el Lega se adelantaba en el marcador este curso. La anterior le duró tres minutos.
Luego, tras la reanudación creó más peligro el pánico de los locales, que el no acoso del Mallorca.
Moreno tiró de Kubo, pero siguieron los suyos sin desbordar, obsesionados por esa manía moderna de sacarla jugada a toda costa. Braithwaite mandó al larguero, en el 77’, el rechace de una falta provocada precisamente por arriesgar en la salida. En el añadido (siete minutos eternos), Raillo y Trajkovski acariciaron el empate, como Arnáiz el 2-0 en una clara contra ahogada por la premura. No importó. Ganó el Lega y Butarque acabó danzando al son del “sí se puede”.
Mallorca Moreno tiró de Kubo, pero seguían sin desbordar