Setién: “El lunes paseaba viendo vacas y ahora estoy en el Barça”
El cántabro, emocionado en su presentación: “Ni en mis mejores sueños hubiese pensado estar aquí; no tardé ni cinco minutos en dar el sí”
Un cruyffista radical que nunca pisó La Masia (“aunque sea por la tele, yo he mamado esto”) en un Barça dirigido por el establishment de siempre. La paradoja se consumó ayer en el Auditori 1899, donde a las 14:05 horas se presentó Quique Setién (Santander, 27-9-1958) embutido en un jersey negro de cuello alto que no iba a juego con el día azul que salió en Barcelona, pero sí con la realidad de un club que se ha metido solito en un fango inesperado. Si Bartomeu era un manojo de nervios, Setién, nuevo entrenador del Barcelona hasta 2022, estaba absolutamente desbordado por el fenomenal despliegue mediático que tenía delante de él. Se le intuía tenso y algo preocupado por el bombardeo de preguntas que le esperaba, pero encontró dos aliados. Primero, una camiseta azulgrana con su nombre que le sacó una sonrisa en su primera foto como entrenador del Barça. Luego aprendió su primera lección culé. Ayer él no era más que un secundario, la diana estaba en Bartomeu. Eso le relajó y le permitió expresarse con brillantez en su discurso inicial. “Ni en mis mejores sueños hubiera podido imaginar estar aquí. Soy una persona bastante emotiva. Intentaré transmitir a los futbolistas entusiasmo, ganas y confianza. Ayer estaba paseando al lado de las vacas en mi pueblo y hoy estoy en el Barça entrenando a los mejores jugadores del mundo. Esto es lo máximo para mí”.
Quique tiene un discurso. Por eso, la Junta Directiva, que estuvo bien representada por los miembros más cercanos al fútbol (Jordi Cardoner, Jordi Casalmiglia, Maria Teixidor, Xavier Vilajoana) y se sentó en primera fila del Auditori, pareció complacida con su relato. Setién, que llega acompañado de Eder Sarabia, Fran Soto y Jon Pascua para su
Messi “Le he dicho que lo admiro, pero ahora cada uno en su sitio”
Valverde “Quiero agradecerle que me deja a un equipo que está primero”
equipo técnico, estuvo elegante con Valverde: “Tengo una buena relación con él. Es una persona correcta a la que valoro por su trabajo, sus principios y su manera de ser. Intentaré contactar con él. Hay muchas cosas de su trabajo que nos van a venir muy bien. Y cada uno aporta sus matices, pero lo primero que quiero agradecer es que me deja a un equipo que está primero”.
Luego vino el Setién de las pinceladas. Dejó caer que podría haber cambio de sistema (“lo importante es la filosofía”), no se mojó con los fichajes (“hay que comprobar el contexto”), y admitió que el hecho de convertirse en el jefe de Messi le generó un primer impacto especial: “No soy absolutamente consciente de lo que significa ponerme a entrenar al mejor jugador del mundo. He hablado con él y con algunos otros y ya les he dicho: ‘una cosa es la admiración que siento. Messi es Messi, Busquets es Busquets, Piqué es Piqué. Pero cada uno tiene que estar en su sitio’. Seguro que la relación con los jugadores va a ser buena. Soy sincero, directo. Y si veo alguna cosa, se lo diré. Sobre todo para que trabajen. Porque el talento lo tienen”.
También apareció el Setién de los mensajes implícitos. Este debe venir de la dirección deportiva después de la caída a plomo contra el Atlético en la Supercopa. Y fue para los jugadores: “No vamos a tener problema en que se mantenga la intensidad para que no se escapen partidos como el del otro día ante el Atlético”.
Pero Setién, que hace dos días estaba viendo un Escobedo-Sevilla de Copa porque no tenía nada mejor que hacer y le cogía a diez minutos de casa, se guardó lo mejor para el final. Después de que el presidente del Barça, Josep Maria Bartomeu, hubiese dedicado varias respuestas a explicar que el proceso de elección del recambio de Valverde se cocía en un trabajo concienzudo de hace meses, se desnudó y dijo: “Cuando me llamaron ayer no tardé ni cinco minutos en aceptar esta opción”. Cruyffismo puro en medio del establishment.